Ángel González Abad - Los martes, toros

Catalanes camino del exilio

Si a un catalán, del perfil que sea, se le ocurre acudir a una corrida de toros, la cosa no es fácil si no emprende el camino del exilio

La temporada taurina ya esta en marcha. Las ferias de Valencia y Castellón ya son historia, y quedan por delante unos apretadísimos meses de abril y mayo. Después el verano. Toros, toros, toros. Por todas partes, menos por una. Aquí, en tierra catalana sus habitantes lo tienen vedado. Aquí no hay toros, sentenció hace más de un lustro la mayoría de ilustres del Parlament, y aunque un tribunal, el Constitucional, dijo que aquello no valía, el empresario y dueño de la plaza Monumental se alió con los ilustres de aquella mayoría de julio de 2010.

En fin, que si a un catalán, del perfil que sea, que esto sí que es igual para todos; se le ocurre acudir a una corrida de toros, la cosa no es fácil si no emprende el camino del exilio. Y lugares a donde acudir y de acogida, hay. Vaya si los hay. El hecho es que en las dos ferias importantes de este mes de marzo -Fallas y la Magdalena- no han sido pocos los ciudadanos, en esta Cataluña sin toros, que se exiliaron para sentarse en un tendido y participar de lo que sucede en la arena cuando se repite la liturgia de un hombre y un toro frente a frente. Y son muchos más los que en estos días están programando sus próximas escapadas a Sevilla, a Madrid por San Isidro, a Zaragoza por San Jorge o a las francesas plazas de Vic, Istres, Nimes o Ceret. Por no hablar de las grandes rutas taurinas del verano que confluyen en Bibao y San Sebastián, para poner la guinda de la temporada en el Pilar de Zaragoza.

Si no fuera porque todos estos viajes responden a algo tan grave como una libertad perdida, la presencia de aficionados catalanes por esas ferias del resto de España, sería la consecuencia lógica de una afición. Pero la realidad es que se trata de un exilio. Así de simple, de la búsqueda de esa libertad que durante generaciones ha permitido a miles y miles de catalanes disfrutar de una pasión, y que ahora por motivos políticos, y puede que hasta económicos, la tienen vetada en su tierra.

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