Un catalán en Las Ventas

El exilio que sufren muchos aficionados catalanes, que tienen que recorrer cientos de kilómetros para disfrutar de una tarde de toros, también lo sufren los hombres de esta tierra que vestidos de luces luchan por cumplir un sueño. Hay toreros catalanes, diestros que mantienen intactas sus ilusiones por alcanzar lo más alto, y que, sin embargo, no pueden hacerlo en su lugar de nacimiento.

Hace unos días recordábamos la trayectoria del matador de toros de Montcada Serafín Marín, al que su defensa de la Fiesta en Cataluña ha ido en contra de su carrera, y ahora sigue luchando por recuperar el lugar que ocupó. Hay más, novilleros con picadores dispuestos a dar el salto al escalafón superior, y no pocos chavales que dan vida a la Escuela Taurina de Cataluña, un milagro más en la resistencia contra la abolición de las corridas de toros.

Entre los primeros, Abel Robles, un espigado torero que el próximo día 17 de agosto tiene un compromiso clave para despejar su futuro. Ese día esta anunciado en la plaza más importante del mundo, Las Ventas de Madrid, para lidiar una novillada de Dolores Aguirre, una divisa de las denominadas «duras» por los aficionados. El joven Abel ya ha dejado su tarjeta de presentación en el ruedo venteño. Sin ir más lejos, en septiembre pasado se mostró firme y elegante ante astados de San Martín. Las crónicas le reconocieron un concepto clásico, el que a la postre le ha abierto las puertas para su próximo compromiso.

En Cataluña hay afición y hay toreros, hay también ganaderías de ganado bravo, y hasta una escuela taurina. Por haber, hay hasta plazas de toros. Claro, que los cosos se mantienen cerrados a cal y canto. El Parlament dijo no a los toros, el Tribunal Constitucional levantó la prohibición, y ahora el miedo al «procés» esta jugando con los sueños de los catalanes que quieren ser toreros.