Oti Rodríguez Marchante - BARCELONA AL DÍA

Cata… qué, Cata… cuándo y Cata… cómo

Si no tienes otra cosa que hacer, el juego de pronósticos catalanistas sobre las fechas idóneas para la independencia es bastante más variado y entretenido que los de la gobernabilidad en el Congreso

Si no tienes otra cosa que hacer, el juego de pronósticos catalanistas sobre las fechas idóneas para la independencia es bastante más variado y entretenido que los de la gobernabilidad en el Congreso de los Diputados. Hasta se podría inventar un paso de baile con ellos. Una mañana dice Artur Mas que dieciséis meses se le antojan pocos para proclamar la independencia, y el presidente de la Generalidad, Carles Puigdemont, que el plazo tal vez debiera alargarse y que no pasa nada si se agotan los cuatro años de la legislatura, aunque el mensaje sigue siendo el de dieciocho meses.

Bien, ahí estamos, en esa horquilla entre el ahora y el luego, porque lo que está claro para Puigdemont es que la independencia ayudará a los catalanes a salir de la pobreza, y mientras lo dice, Oriol Junqueras, al que no le hace caso Montoro, consigue sacarle a Luis de Guindos a pie de avión siete mil quinientos millones a cuenta del FLA, para ir tirando hasta que la independencia nos arranque de la pobreza y para que los presupuestos generales de este año puedan ahormarse con el fin de que alguien los apoye… Y puesto que no hay grandes cosas que hacer, salvo reuniones y comisiones para ir atando la inminente desconexión, tanto Puigdemont, como Junqueras y Artur Mas se juntaron para la celebración de un acto de importancia capital, la presentación de un libro escrito por el propio Puigdemont hace...¡veinticinco años!...

La reedición de «Cata… Què” publicado en 1994 ve de nuevo la luz alumbrado por estas tres luminarias. Personalmente, no puedo más que admirarme del valor de Puigdemont, pues son muy pocos los autores que son capaces de hacerse responsables de lo que escribieron veinticinco años atrás. El título del libro hace referencia, por supuesto, al punto de inflexión que supusieron los años noventa a la importancia de Cataluña en el panorama internacional, y ese “Cata… qué” quiere ser un presagio de su puesta en el mundo. Aunque, con el auge en estos años del proceso, ese “cata… qué” se presta más bien a un añadido de bromita: cata… clismo, cata… dura, cata… plines, cata… caldos, cata… lepsia,, cata… pum, cata… rro y hasta catá… strofe. De bromita, sí, pero la bromita es que aquella Cata… qué de los noventa era la máquina de un tren y ahora lucha con toda la fuerza de su “inteligentzia” por meterse en el furgón de cola.

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