Joan Carles Valero - Letras expectativas

Capdevila recuperado

La dinámica urbanizadora de L’Hospitalet alcanzará ahora un nuevo sumun con la construcción de una veintena de rascacielos en la Granvía

La historia no se repite, pero rima, dijo Mark Twain. Y en el caso de L’Hospitalet, el péndulo de la burbuja constructiva que determinó su crecimiento durante el franquismo, regresó en democracia y se mantiene con parecido frenesí bajo gobiernos socialistas. Hasta el punto que el 98% del municipio está construido y todavía se levantan nuevas viviendas en los antiguos cuarteles de la Remonta o se proyectan en Sant Josep a costa, por ejemplo, de cerrar la sala de conciertos Salamandra, mientras la Generalitat contabiliza alrededor de 1.800 pisos vacíos.

La densidad en L’Hospitalet, con 24.800 habitantes por kilómetro cuadrado, es comparable a la de Hong Kong o Bombay, frente a los 4.400 de Barcelona. Pero pudo haber sido peor. Lo asegura el periodista y escritor Jesús A. Vila en su libro “Capdevila i nosaltres. L’Hospitalet: crònica política d’aquells anys decisius (1964-1979)”, que se presenta esta tarde en L’Harmonia y que recupera la figura de Vicenç Capdevila, “el único alcalde de L’Hospitalet que se resistió a la golosa urbanización”.

Vila tenía 20 años de edad y se iniciaba en el periodismo cuando Capdevila era responsable de Cultura del Ayuntamiento gobernado por Matias de España Muntadas. El autor, que después militó en el PSUC, reconoce que entonces los cronistas fueron muy duros con el político que luego fue diputado por Centristes, aunque estaban convencidos de que su actuación constituía un activo que ahora recupera en forma de crónica política de las postrimerías del franquismo. Vila defiende que Capdevila fue crucial, primero en la construcción de escuelas, bibliotecas y el impulso de manifestaciones artísticas gratuitas. Y luego, ya como alcalde, al frenar el crecimiento urbanístico de la ciudad. El talante posibilista de Capdevila, que ha cumplido 80 años y hoy participará en la presentación del libro, evitó el colapso de la ciudad. Por ejemplo, al impedir 3.000 viviendas más en el barrio de Can Serra, restar 25.000 habitantes a los 40.000 de Bellvitge, además de prohibir la habitabilidad en plantas bajas y sótanos y paralizar el polígono Gornal, que luego reactivó el ayuntamiento socialista.

La dinámica urbanizadora de L’Hospitalet alcanzará ahora un nuevo sumun con la construcción de una veintena de rascacielos en la Granvía a la altura del Hospital de Bellvitge. Edificios a los que se sumarán otra veintena de hoteles. Le llaman progreso igual que a Capdevila le llamaron franquista.

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