Caixaforum revive el espíritu competitivo de la Antigua Grecia
Una muestra con piezas del British Museum explora todos los frentes de la rivalidad
Además de una lengua, una religión y un pasado legendario, si algo compartían todos esos griegos que, como escribió Sócrates, vivían alrededor del mar «como las hormigas y las ranas alrededor de un pantano», era un proverbial espíritu competitivo. Un desaforado sentido de la rivalidad que abarcaba desde los juegos infantiles a las descomunales exhibiciones funerarias y que resumen ahora a la perfección las 172 piezas de «¡Agón! La competición en la antigua Grecia», exposición que repasa todos los frentes de la contienda y analiza su peso como representación de la personalidad colectiva y la cohesión social.
La muestra, que podrá verse en Caixaforum Barcelona hasta el 18 de febrero, se nutre de los fondos del British Museum para trazar un recorrido histórico y artístico que va abriendo foco para trasladar al plano humano humano las guerras despiadadas y los juegos de poder de los dioses del Olimpo. Es así como, después de inclinarse ante una estatua decapitada pero igualmente imponente de Niké, diosa de la victoria reconvertida en reclamo comercial, el «agón» se manifiesta en todo su esplendor en esculturas, ánforas, bustos, máscaras, instrumentos musicales, relieves y joyas.
«El mundo griego era una unión cultural y lingüística, pero no una unión política. Quizá por eso eran tan competitivos», subraya el comisario de la exposición, Peter Higgs, sobre una exposición que viaja también de los albores de la vida a las puertas de la muerte para dar la misma importancia a las canicas y dados que utilizaban los niños hace 2.200 años que a uno de los frisos del mausoleo de Halicarnaso, monumento funerario que se hizo construir el rey sátrapa Mausolo y que da nombre a lo que hoy en día conocemos como mausoleo.
La pieza, uno de los pocos restos en buen estado que se conservan de un edificio erigido entre el 353 aC y el 350 aC y derrumbado en el siglo X, es uno de los grandes reclamos de la exposición. Y no sólo por dar testimonio de una de las de las siete maravillas del mundo clásico, sino porque se trata de un relieve que nunca antes había salido del British Museum. «Sómos un museo del mundo y para el mundo», relativiza el presidente de la institución británica, Richard Lambert, para quien su alianza con Caixaforum no hace más que reforzar su concepción de la cultura como «espacio de diálogo abierto».
El arte y la guerra
El mausoleo de Halicarnaso es también el ejemplo extremo de esa competitividad que los griegos cultivaron con denuedo y que se filtró en prácticamente todos los aspectos de la vida social. Así, en «¡Agón!» conviven bustos de púgiles maltrechos, ánforas ilustradas con imágenes de jinetes intrépidos, relieves que reproducen a los vencedores de una carrera de antorchas, una estatua de mármol de Diadúmeno (el que se ciñe la diadema) o una pequeña escultura de bronce de Atalanta, la primera atleta griega. «Los atletas eran los héroes de sus ciudades, pero siempre que ganasen», apunta Higgs.
Héroes a su manera fueron también escritores como Esquilo, Eurípides, Sófocles y Aristófanes, habituales de los certámenes teatrales y competiciones de artes escénicas celebrados en honor de Dionisos y Apolo, por lo que no extraña que sus bustos, amén de instrumentos como los címbalos y el aulós o una corona de mirto, compartan protagonismo con el enfrentamiento supremo:la guerra. Es ahí donde encontramos armaduras, frascos de colonia en forma de casco, puntas de lanza y proyectiles de honda. « Los griegos estaban en guerra casi siempre», destaca Higgs. Y cuando no lo estaban, se debatian entre el culto al cuerpo, las exhibiciones olímpicas y, en fin, los intentos por emular los doce trabajos de Heracles, a quien vemos en acción a través de ánforas y esculturas.
Un último apartado dedicado a la rivalidad más cotidiana y personal, esa que se daba en la de la vida diaria y en la pugna por la notoriedad, cierra con una serie de joyas y representaciones de la élite una exposición que después de su paso por Barcelona viajará a Sevilla, Zaragoza y Palma de Mallorca.