Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Buñuelo

La resolución es una proclama, un panfleto o un buñuelo del agitprop nacionalista

En el microcosmos insurgente independentista se percibe el oportunismo disfrazado de farol. Ahí está esa joya del populismo localista que es la resolución solemne que -no tienen abuela- pone «en conocimiento del Estado español, de la Unión Europea y del conjunto de la comunidad internacional» la «apertura de un proceso constituyente no subordinado» que -ahí es nada- marca el «inicio del proceso de creación del Estado catalán independiente en forma de República». ¿Alguien en su sano juicio puede creer el plan soberanista en treinta días?

Porque, treinta días es el «plazo máximo para la tramitación de las leyes de proceso constituyente, de seguridad social y de hacienda pública». Asombroso. ¿Alguien cree que el «futuro gobierno» catalán cumplirá «exclusivamente aquellas normas o mandatos emanadas de esta Cámara [el Parlament]»? ¿Cómo lo hará? Sí resulta posible que el Parlament no se supedite «a las decisiones de las instituciones del Estado español, en particular del Tribunal Constitucional». Y parece posible, porque la Mesa del Parlament incumple el reglamento que el propio Parlament se ha dado. Así es la democracia nacionalista.

La resolución es una declaración o, por mejor decir, una proclama, un panfleto o un buñuelo que forman parte del agitprop nacionalista. ¿Objetivos? Mostrar que hay quien reivindica la legitimidad catalana y defiende el mandato democrático de los catalanes, buscar que no decaiga el ánimo en las filas independentistas, intentar que la CUP quede satisfecha y acabe dando el «sí» a la investidura de Artur Mas, conseguir que la corrupción no incordie durante unos días. Detalle importante: la declaración sirve también para cargar las culpas y consecuencias de la ilegalidad en las espaldas de quienes aprueban su tramitación, esto es, la Mesa del Parlament.

El farol quizá permita obtener réditos políticos y electorales. Y a esperar -como siempre- qué tajada sacan de ello. Lo dijo Mourinho: «en Cataluña hay teatro y del bueno». Una farsa de consecuencias imprevisibles.

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