Una buena dieta o reducir el estrés reduce hasta un tercio el riesgo de tener un bebé con bajo peso

Un estudio confirma por primera vez que cambios en el estilo de vida de una gestante pueden revertir que un recién nacido nazca con retrasos en el crecimiento fetal

Algunas de las participantes en el curso de mindfulness ABC

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El crecimiento fetal puede mejorarse aplicando cambios en el estilo de vida de la embarazada. Así lo concluye un estudio que por primera vez ha analizado los beneficios de incorporar una mejor dieta mediterránea o sesiones de mindfulness , contra el estrés, en gestantes que presentan de por sí mayores riesgos de tener un recién nacido con bajo peso. Las conclusiones han sido publicados en la revista científica JAMA.

En el ensayo clínico, liderado por BCNatal (centro multidisciplinar de los hospitales Clínic-Idibaps y Sant Joan de Déu) y con el apoyo de la Fundación «la Caixa», han participado más de 1.200 madre s del entorno de Barcelona que por diversas causas (desde su edad materna avanzada o tener la tensión arterial alta, diabetes u obesidad, por ejemplo) presentaban un alto riesgo de tener un bebé con un peso inferior al percentil 10.

A ellas se les introdujeron cambios estructurados de hábitos para ver si sus bebés se beneficiaban de ello. Las conclusiones son claras: existe una reducción de entre el 29% y 36% de los bebés nacidos con bajo peso cuando se interviene en la dieta de la madre o se rebaja su nivel de estrés. En general, cuentan los investigadores a ABC, se han visto resultados más potentes en base a las mejoras nutricionales pero todo depende del grado de implicación de las madres en estas intervenciones.

«Las madres de los recién nacidos que nacen con bajo peso, muchas veces, tenían una dieta subóptima y altos niveles de estrés», explica el doctor Eduard Gratacós, director de BCNatal y uno de los coordinadores del proyecto. Él ha estudiando durante más de diez años las posibles causas y consecuencias del bajo peso en el nacimiento, que tienen uno de cada diez bebés, y que entre otros aspectos s upone un mayor riesgo de mortalidad perinatal, así como más riesgos en el neurodesarrollo y de salud metabólica y cardiovascular.

Tres grupos de estudio

El estudio IMPACT Barcelona hizo tres grupos de seguimientos: una parte de las madres tuvieron visitas mensuales con una nutricionista para cambiar algunos patrones, otro grupo siguió un programa de mindfulness y el tercer grupo únicamente tuvo un seguimiento habitual de su embarazo.

La intervención sobre la dieta conllevó que las mujeres incorporaran más fruta y verdura, carne blanca, pescado azul, lácteos y cereales integrales. El plan no era sugerir la ingesta de determinados alimentos, sino fomentar nuevos patrones nutricionales, con recetas o listas de la compra. Además, se les proporcionó de forma gratuita cada mes dos libros de aceite de oliva virgen extra y 400 gramos de nueces, productos altos en omega-3. Antes y después se midieron biomarcadores relacionados con esta ingesta.

Para reducir el estrés , se hicieron grupos de 20-25 mujeres que siguieron un programa desarrollado por la Universidad de Massachusetts pero adaptado al embarazo, que constó de encuentros semanales de 2,5 horas durante ocho semanas. Allí, las gestantes compartían experiencias, realizaban meditación guiada, recibían herramientas sobre cómo gestionar emociones y acababan las sesiones con yoga, todo teniendo en cuenta su estado. «Se midieron los niveles en orina de las hormonas relacionadas con el estrés, el cortisol y la cortisona», remarca la doctora Francesca Crovetto, de Sant Joan de Déu y que también ha coliderado la investigación.

Las conclusiones del estudio, que ha durado más de tres años, dicen que las embarazadas del grupo de control tuvieron un 21,9 % de recién nacidos con bajo peso y el porcentaje se redujo de forma significativa en los grupos de dieta mediterránea (14 %) y mindfulness (15,6 %). «Son cambios muy fáciles y estamos consiguiendo lanzar un mensaje de salud pública muy potente. Estos beneficios en embarazadas se conocían pero este es el primer estudio del mundo que confirma que se puede revertir el bajo peso de un bebé al nacer con estos cambios en el estilo de vida materno, resalta a ABC Crovetto.

Tras estas conclusiones, el equipo quiere ir más allá y confía en arrancar próximamente un estudio multicéntrico en la misma línea que analice los beneficios aplicados a todas las mujeres, por un lado, y también que sea capaz de corroborar las afectaciones de realizar cambios en alimentación y mindfulness al mismo tiempo.

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