El bonito gesto de un cliente con su bar: paga las cañas que no se tomó por culpa del confinamiento
El hombre, que iba tres o cuatro veces a la semana al local, calcula que dejó de acudir allí 36 veces y entrega 90 euros a los propietarios
Historias bonitas tras el coronavirus. Un cliente del bar Can Juli de Granollers (Barcelona) ha pagado a los propietarios del bar todas las cervezas que no pudo tomarse en el establecimiento por culpa del confinamiento, como una ayuda al bar «porque lo que ha ocurrido ha sido muy fuerte».
Los propietarios de este bar, los hermanos Juli y Pili, han explicado a la Cadena Ser que a su establecimiento, situado frente a un ambulatorio y muy cerca del Palau Olímpic que alberga los partidos del equipo de balonmano de la ciudad, «suele venir gente que trabaja por aquí: el de la tienda de aluminio, la de la peluquería... Mi hermano es el cocinero y a mediodía tenemos un menú de 9,80 con platos caseros: lentejas, garbanzos... y, los jueves, paella«.
Pili ha confesado que el confinamiento ha sido «duro», presume de tener una clientela fiel : «Con la segunda cerveza ya les pregunto el nombre. Me gusta tratar a la gente de tú a tú», y agradece que el propietario del local les haya rebajado este mes un 50% el alquiler.
Cuando Granollers, que pertenece a la región sanitaria Metropolitana Norte, entró en fase 1, decidieron reabrir las tres mesas que tienen de terraza y afirman que sintieron de inmediato el apoyo de sus parroquianos, según ha explicado Efe este jueves.
Pero destacan la reacción de uno de ellos: «Se acercó al bar con un papel y dijo: 'Juli, tengo que hablar contigo'. Y claro, mi hermano pensó que le habría pasado algo... Pero no. Le enseñó sus cálculos«, explica la camarera catalana.
36 visitas frustradas por el confinamiento
«Como había dejado de venir 36 veces y siempre se gastaba 2,50, ¡pues 90 euros! Al principio mi hermano no quería cogerlo, pero él insistió mucho. Le dijo que lo que había pasado era muy fuerte y que, aunque no se hubiera tomado esas cañas, quería ayudar. En el sobre, de hecho, había 100 euros, no 90«, ha revelado la regenta del bar.
Este cliente solidario, según Pili ni siquiera era un asiduo de todos los días porque «solía venir 2 o 3 veces a la semana a tomarse una caña y leer el periódico , pero yo sé que le gustan las tapas y alguna vez le ponía una, a veces dos. Luego le decía que era 1,30, pero él respondía que no podía ser y nos dejaba 2,50. ¡Es muy agradecido!«, explica.
«Y cada mañana, gracias a cosas así, te entran ganas de ir trabajar« , ha concluido la mujer.