José García Domínguez - Punto de Fuga

Banderas estrelladas

Resulta desolador que, transcurridos más de doscientos años desde la Constitución de Cádiz, no haya aún una bandera que logre unirnos

Que el Barça es más que un club, mantra acuñado en su día por el procurador en las Cortes franquistas por el tercio familiar don Narciso de Carreras, el mismo que fuera cuando entonces presidente de La Caixa y del Fútbol Club Barcelona, se ha vuelto a constatar por enésima vez, ahora a cuenta del asunto de las enseñas estrelladas. Resulta desolador que, transcurridos más de doscientos años desde la Constitución de Cádiz, no haya aún una bandera que logre unirnos. Pero lo cierto es que no la hay. Ni hay tampoco himno alguno que sea tenido por patrimonio sentimental común. Por no haber, ni siquiera existe en el mapa callejero de nuestras ciudades una escenografía monumental que proyecte el relato iconográfico de la historia compartida, al modo de lo que resulta habitual en cualquier otro rincón de Europa. Y es que el manifiesto raquitismo de la labor nacionalizadora del Estado, tara crónica que se extiende desde el XIX hasta hoy, se ha convertido aquí en el mejor aliado de sus sepultureros vocacionales. Al cabo, es la inacción de los poderes públicos la causante última de la invertebración de España.

Solo entre nosotros el inventario sentimental de la nación –símbolos, himno, bandera, relato histórico compartido– supone objeto permanente greña. He ahí nuestra más visible anomalía: esa ausencia de los mínimos que permitan dar forma a una memoria nacional no cuestionada. Carecemos de un relato que trascienda las divisorias entre partidos y banderías. Por no disponer, ni siquiera disponemos de una letra para el himno. Ocurre que la España moderna, construcción de continuo en precario, es el fruto de la confluencia de dos miserias. Por un lado, la indigencia teórica de la izquierda, impotente para generar un discurso identitario no colonizado por la mitología de los micronacionalismos. Por el otro, la pareja cortedad de miras de la derecha, tan presta siempre a suplir con retórica patriotera la labor de apuntalar el imaginario nacional a través de la acción rigurosa del Estado. De aquellos polvos, estos lodos estrellados.

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