Todo irá bien

La banda del piojo

Acuso a la alcaldesa Colau de cínica y de sectaria, y a la policía municipal de atentar miserablemente contra los que intentan crear riqueza

Una imagen de la manifestación de este jueves S. S.
Salvador Sostres

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Centenares de personas de amontonaron ayer en la calle Aragón de Barcelona para reivindicar el uso de la bicicleta contra el coche. Sin respetar ninguna distancia social, y muchos de ellos sin llevar mascarilla, contaron en todo momento con el apoyo de la Guardia Urbana.

Yo no puedo ir a Nobu pero esta banda del piojo puede crear semejante momento de intoxicación colectiva a plena luz del día, con la complicidad de una Guardia Urbana que tanto se preocupa de clausurar bares y terrazas por una mesa de más, aunque respete las distancias; y luego permite y protege estas demostraciones masivas, amontonadas y temerarias. Acuso a la alcaldesa Colau de cínica y de sectaria, y a la policía municipal de atentar miserablemente contra los que intentan crear riqueza para acabar patrocinando a holgazanes estupidísimos y desalmados.

El Covid cabalgó ayer por la calle Aragón como un fantasma. Pero es que viendo a esa gente, su vestimenta y su aseo, el Covid era la menor de las enfermedades que podían propagar. Mi hija no puede ir al colegio porque un consejero absurdo quiere acabar de arruinar el poco prestigio que ya de por sí tiene el sistema educativo, y esta insólita colección de perturbados, bajo las más absurdas proclamas, tiene a la Guardia Urbana de su parte para manifestarse del modo más demencial e ilegal.

Estamos rodeados de una letal mezcla de incompetencia, negligencia y limitación mental. Se intensifican día tras día las redadas policiales contra empresarios que no hacen otra cosa que pagar a sus empleados e intentar ganar algún dinero para pagar los impuestos que sirven para financiar los llamados «derechos» o «conquistas sociales», mientras sus beneficiarios se dedican a insultarlos, a ponerse innecesariamente en peligro y a hacer la comedia que luego nos impide a los que no estamos del todo tarados poder trabajar con normalidad para pagarles los subsidios y los hospitales.

Lo de ayer en la calle Aragón fue una burla a los tenderos, a los empresarios, a los padres y a cualquiera que haya tenido que aguantar la impertinencia de un crecidito agente municipal por medio centímetro de distancia. Cuando le reproché la turba a la mujer que la lideraba, grotescamente armada con un megáfono, y repitiendo consignas frenopáticas tales como «este es el poder de Barcelona», me respondió que «no nos han dejado hacer lo que queríamos» y perseveró en su delito, mientras cuatro coches de la Guardia Urbana la custodiaban: los mismos agentes que la semana pasada multaron a Aspic por una mesa de más en su terraza o le clausuraron el restaurante, en pleno servicio, a Ada Parellada.

El Covid es el menor de los problemas que tenemos y hemos tenido. Estamos en manos de una gente que sólo sabe crear miseria y hambre, y sus principales víctimas son los que les han votado.

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