audiencia de barcelona
El asesino de la niña Laia insiste en su coartada: «Estaba drogadísimo, pensaba que era un ladrón»
El acusado se reafirma en que sufrió una «paranoia» pese a que médicos y testigos descartan que estuviera bajo los efectos de las drogas y el alcohol
En una larga comparecencia ante el tribunal del juzgado, en la que se hanegado a responder las preguntas del abogado de la familia de la víctima, el asesino de la niña Laia ha tratado de aferrarse a la coartada que hasta ahora ha mantenido para esquivar una condena de prisión permanente revisable: que estaba drogado y borracho, y que la mató al confundirla con un ladrón que creyó que había entrado a robar en la casa. «Las drogas no me dejan actuar normal, estoy nervioso, pienso que ha entrado un ladrón» , ha relatado este martes en una declaración cambiante, a veces entre lágrimas, a veces fría. Y en ningún momento del interrogatorio se ha disculpado con la familia, que ha seguido la sesión del juicio desde la misma sala.
El cadáver de Laia, de 13 años, había aparecido aquella tarde del 4 de junio de 2018 en la habitación del acusado, en el mismo bloque donde viven los abuelos paternos de la pequeña, en la localidad barcelonesa de Vilanova i la Geltrú. El escenario que poco después del crimen se encontró , primero un tío de la niña –que se había afanado en buscarla por el edificio–, y luego los policías, fue dantesco : el cuerpo semidesnudo, tapado con un colchón, la cabeza dentro de una maleta, un cuchillo en la sien y una correa de pasear perros atada al cuello.
Pero Juan Francisco L. en la sesión de hoy en la Audiencia de Barcelona ha seguido manteniendo su versión sobre lo sucedido: aquel día, después de haber estado bebiendo y metiéndose rayas, y con una tristeza infinita por el inminente fallecimiento de su madre moribunda –murió al día siguiente del crimen–, sufrió una de aquellas supuestas paranoias que, según él, había tenido «miles de veces». «Abro la puerta y me encuentro una sombra, tengo miedo y mantengo una lucha horrible» , ha relatado al tribunal.
Fue a la cocina a coger unos cuchillos, según él, para defenderse. Luego, metió el cuerpo en el armario y después lo volvió a sacar y limpió bien la zona, según su versión, para que el padre no lo viera. Pero no fue hasta horas después, cuando, según su versión, se dio cuenta de que la víctima no era un ladrón si no una niña. Laia, de 13 años, una menor adoptada de origen chino.
Fijación asiática
De China, precisamente, acababa de regresar el acusado. Había estado una temporada viviendo en el país asiático, pero volvió apremiado por la grave enfermedad de su madre. Jóvenes asiáticas eran también las mujeres que aparecían en las páginas pornográficas que la investigación demostró que Juan Francisco L. había estado viendo con anterioridad. En el juicio, el acusado ha tratado de convencer al tribunal de que no abusó sexualmente de Laia y de que no tiene una fijación con las orientales: a seguró que, en realidad, le atraían los transexuales .
La tesis de la Fiscalía y de la acusación particular es que interceptó a Laia cuando la niña bajaba por las escaleras para encontrarse con su padre, que la esperaba en el coche. Que la metió en su pequeña habitación, que trató de abusar de ella sexualmente, que la estranguló con sus manos, y que luego le clavó varias cuchilladas, ya muerta, para procurarse la coartada de la confusión con el supuesto ladrón.
Juan Francisco L. insistió en su versión exculpatoria, pese a que testigos y peritos contradijeron sus argumentos en las sesiones anteriores. Dice que iba drogado y bebido, pero los médicos que aquel día lo atendieron lo negaron. Tampoco los testigos con los que se encontró aquella tarde dijeron notaron que estuviera bajo la influencia de bebidas alcohólicas o de drogas. El juicio podría quedar este miércoles visto para sentencia.
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