Arturo San Agustín: «El Papa Francisco es absolutamente peronista»

El periodista compendia en «Amanecer en el Gianicolo» su medio siglo de vivencias romanas e incursiones vaticanas

Arturo San Agustín, fotografiado en Barcelona Inés Baucells

Sergi Doria

«En Roma hasta los desconchados son bellos; es imposible que una foto no te salga bien» , advierte Arturo San Agustín (Barcelona, 1949). Y si haces la foto un amanecer desde la colina del Gianicolo, puedes creerte Jep Gambardella, el elegante y escéptico periodista de «La gran belleza».

«Amanecer en el Gianicolo» (Catedral) a gavilla una cincuentena de epifanías romanas. «No es una guía de viajes, sino un paseo por mis mitos y leyendas», subraya San Agustín. Su primer contacto con la Ciudad Eterna fue hace veinte años. «Las películas de romanos me llevaron a Roma, también «La escapada» de Dino Risi, con Gassman y Trintignant. Roma es la plenitud de Italia, una ciudad solar como Sevilla o Mallorca», explica.

Siempre que puede, la última vez fue el pasado febrero, el periodista retorna con sus amigos romanos (tres de ellos cardenales). Tiene San Agustín fama de vaticanólogo: «Aquí puede sonar muy bien, pero en Italia el vaticanista o vaticanólogo es aquel periodista que siempre yerra al vaticinar el nuevo Papa», ironiza.

Gracias a sus amistades cardenalicias, el autor de «Amanecer en el Gianicolo» puede acceder a las intimidades de la Santa Sede: «Soy libre para opinar, pero he de ser leal a mis informadores. El Vaticano ya no es un centro de poder, pero sí de influencia», apunta.

San Agustín califica al Papa Francisco de jesuita raro: «Es absolutamente peronista. Parece olvidar que la Iglesia debe plantearse si quiere ser una ONG o hablar de Dios. Es más populista que revolucionario: cuando abres muchas puertas acabas por no cerrar ninguna».

Benedicto XVI es otra cosa: «El Papa que más me interesa, pese a que le colgaron el sambenito de inquisidor. Un intelectual que no rehúye conjugar Razón y Fe… También Pablo VI fue un intelectual que abrió la iglesia al mundo», comenta.

Sobre la «finezza»

Y del cielo a la tierra. Para no amargarse la vida, conviene conocer los protocolos sociales romanos, aconseja San Agustín: «Si se te avería un grifo no preguntes al portero de tu finca dónde está la fontanería más próxima. Si actúas así pueden pasar meses, muchos meses sin que aparezca ningún fontanero. Cuando se te avería un grifo, un enchufe, una lavadora, etcétera, lo que debes hacer es comentar con el portero el problema… Su hermano, su cuñado o su sobrino te lo solucionará en muy poco tiempo».

San Agustín niega que españoles e italianos seamos iguales. Un amigo periodista le ilustró sobre la finezza: «Le ofrecieron algo y él no dijo que sí. En versión española no decir que sí sería decir no. El italiano deja la puerta entreabierta, el español da un portazo. En Italia se acaba pactando y aquí acabamos a garrotazos. El lenguaje, los ritos y los gestos son allí decisivos».

Y otra vez al cielo. El cementerio de Verano –por los Verani, familia de senadores romanos– es uno de los rincones preferidos de San Agustín. Entre los panteones de aristócratas y militares descansan Marcello Mastroianni, Alberto Sordi, Vittorio de Sica, Vittorio Gassman… «Es aconsejable visitarlo en febrero, al anochecer, cuando el vigilante te dice que puedes pasar, pero solo dispones de media hora».

Para el periodista la Roma más auténtica es la de Fellini. Y si no ves amanecer desde el Gianicolo lo haces desde un ático con terraza, como Gambardella: «El mejor palco para ver amanecer», concluye.

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