Miquel Porta Perales - El oasis catalán
Aristóteles
Los abogados defensores de los políticos secesionistas catalanes presos, que serán juzgados por el Tribunal Supremo, deberían leer o releer -lo mismo vale para los políticos presos- a Aristóteles
Los abogados defensores de los políticos secesionistas catalanes presos, que serán juzgados por el Tribunal Supremo, deberían leer o releer -lo mismo vale para los políticos presos- a Aristóteles. En concreto, les convendría repasar el pasaje de la Metafísica donde el filósofo afirma que «es imposible que algo sea y no sea simultáneamente». Idea que repite al enunciar que «nadie puede creer que lo mismo sea y no sea [simultáneamente]». La lectura o relectura de Aristóteles les conduciría a una de las pocas cosas seguras de nuestro mundo: el principio de no contradicción. O «A» o «no A». Dicho sea con el permiso de las lógicas polivalentes y paraconsistentes que admiten más valores de verdad y atenúan la contradicción.
De la lógica a los políticos presos y sus abogados defensores. No se pueden aprobar dos leyes que demuelen el Estado de Derecho, ni convocar y celebrar un referéndum de autodeterminación ilegal, ni declarar la independencia unilateral de Cataluña; los políticos presos no pueden hacer eso y, acto seguido, sus abogados defensores no pueden sostener que dichos políticos presos no han hecho nada. Adiós al principio de no contradicción. Así se queda en evidencia. Y quienes también quedan en evidencia son los políticos presos que dicen que no han hecho nada para, a continuación, pedir que se implemente la república nacida de las urnas del 1 de octubre de 2017. Pero, ¿acaso no aseguran que no han hecho nada y por eso piden -exigen- la absolución?
¿Qué ocurre? Tres cosas: la estrategia política de defensa (?) de algunos abogados que pretende «enjuiciar» al Tribunal Supremo por supuesta persecución de ideas; el inconsciente freudiano de un independentismo que nunca entra en contradicción porque está constituido por una serie de afirmaciones que excluyen, por definición, el principio de no contradicción; y el enésimo engaño de un independentismo que intenta -simultáneamente: otro ataque al principio de no contradicción- salvar el tipo y no desmovilizar a la tropa independentista.