Antonio Robles - TRIBUNA ABIERTA

Coste de la renuncia del PP a Cayetana

Se preguntaban a dúo Alfonso Galindo y Enrique Ujaldón con cierto aire académico en “Cayetana y la ética política”: ¿puede la portavoz de un partido permitirse el lujo de actuar exclusivamente según sus propios principios, resquebrajar la unidad de la formación y desentenderse de las consecuencias?

Partir de tres premisas capciosas, y convertir la reflexión weberiana en reduccionismo maniqueísta confrontándola con la pervertida ética de la responsabilidad de Pedro Sánchez no parece la mejor forma de reflexionar sobre la auténtica naturaleza política de Cayetana. Ni Cayetana ha actuado únicamente según sus principios, ni ha resquebrajado su partido, ni se ha desentendido de las consecuencias de sus actos e ideas. Todo el artículo está construido para concluir que la exportavoz es una fanática de sí misma en nombre de sus convicciones, y cuyo reverso más pervertido de la ética de la responsabilidad que ella desprecia, es Pedro Sánchez. En medio, jabón y esas cosas para simular la falsificación. Suena a trabajo de sicarios.

Es evidente que la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad no son incompatibles, ni deben serlo. El propio Mario Vargas Llosa lo exponía el pasado 23 de agosto en el País. Y añado, cualquier persona adulta, y más si es una persona ilustrada y responsable como Cayetana Álvarez de Toledo, no puede desatender la irracionalidad ni la imperfección de la naturaleza humana y del mundo. Defender las convicciones con argumentos en política, es atender antes de nada a los hechos empíricos contrastables, como a los avatares emocionales de las relaciones humanas que convierten la realidad en un forcejeo de intereses. Precisamente, de las coordenadas que den esos hechos, cruzadas con la comprensión racional y las convicciones éticas, se conforma la acción política con determinación y coherencia. No otra cosa ha hecho Álvarez de Toledo. No otra cosa le pidió Casado cuando le propuso el cargo de portavoz: “Cuando Pablo Casado me fichó (…) me pidió expresamente, enfáticamente, que actuara con la máxima libertad, y que diera, ahora en nombre del partido popular la batalla ideológica contra la izquierda y el nacionalismo”. Como acaba de hacer Macrom en Francia con la personalidad de un patriota no sujeto a chantaje alguno, en la conmemoración de 150 años de la IIIª República francesa: «Francia, nuestra Nación, nuestra República, no admiten ninguna aventura separatista». Ponía la Ley de todos por encima de la identidad de grupo, fuere el que fuere, incluido el islamismo.

Efectivamente, disputarle la hegemonía moral al populismo y al nacionalismo, o sea, a la demagogia y a la tribu era y es una batalla cultural que debe darse ya. E imprescindible ganarla si no queremos volver a perder el tren de la historia. Por convicciones democráticas, por imperativo legal y porque está en juego España como espacio del bien común. El contexto no nos deja poner paños calientes ni disculpar más cesiones, necesitamos líderes políticos con principios en una época donde la ética de la responsabilidad no es ceder para contentar, no es esperar a que escampe, sino poner pie en pared y enfrentar la adversidad sin medias tintas y mucho coraje. Nadie es tan bueno como para convertir su ética de la convicción en autismo, ni tan irresponsable en nombre de la ética de la responsabilidad como para dejar que las fuerzas que quieren demoler a la propia nación campen por sus respetos.

Los dos articulistas cometen un error de omisión imperdonable, el contexto inquietante en que vivimos. Estamos en riesgo real de involución. Es en ese contexto de extrema necesidad donde Cayetana considera que hay que dar la batalla cultural, armarse de argumentos y legitimación democrática ante quienes tratan de erosionarla desde la hegemonía moral que se han arrogado. De no estar al borde del abismo, de tener tiempo y medios para gestionar el deterioro, sería razonable dejar un margen de maniobra a la equidistancia entre la ética de la responsabilidad y la ética de las convicciones. Pero en estas circunstancias, ya no hay margen para la cesión de más convicciones democráticas. O damos la batalla ya, o mañana ya no habrá margen de maniobra para enderezar la situación. Ha pasado cientos de veces en la historia: la caída del Sha de Persia provocada por el buenismo de Occidente a favor del integrismo de Jomeini hizo irreversible una transición democrática; la equidistancia de Chamberlain permitió al nacionalsocialismo romper todas las reglas democráticas de convivencia; hubo un momento en Venezuela que se pudo frenar a Chaves… Ahora en España hay un partido en el gobierno que considera la okupación un derecho y no un delito, y unos presos políticos dicen arrogantes que lo volverán a hacer… La mentira como norma, el control político como objetivo, la decadencia como amenaza…

Estas reflexiones implican a las instituciones del Estado, a la soberanía nacional, a todos los españoles. La empresa de Cayetana iba más allá de su propio partido. Con su destitución perdemos todos, y su partido, el que más. Veamos.

La firmeza de Álvarez de Toledo ante los nacionalistas y los populistas de izquierdas evitó una hemorragia de votos hacia Vox en las Generales imposible de calcular, pero fácil de contrastar en las próximas elecciones autonómicas de Cataluña. Y dio a su partido la credibilidad frente a Cs, que Albert Rivera había hecho perder a su partido. En un caso y en otro, no les ganó la partida por ser una radical descentrada, sino por todo lo contrario, por defender la libertad y la nación sin complejos, y sin ínfulas nacionalistas. Y con la responsabilidad de hacerlo con razones ilustradas y principios cívicos propios de la democracia republicana.

Con ella, un sector amplio de la población que se siente española, de izquierda liberal y de centro derecha, pero no representada por el nacionalismo identitario de Vox ni por la plurinacionalidad de la izquierda populista, encontraba en su discurso ilustrado cierta comodidad para votar. Y lo mejor para el PP, su presencia como portavoz no provocaba huida alguna de votos a otra formación, muy al contrario su liberalismo en cuestiones morales abogando por dar libertad de voto a su grupo parlamentario en tales cuestiones, podría atraer el voto de los más cercanos a la izquierda liberal constitucionalista y al sector más progresista de Cs. De hecho, la ruina de Cs y la credibilidad lograda por el tándem Casado/Cayetana en su batalla cultural contra el nacionalismo y la izquierda reaccionaria hacía redundante la existencia de Cs y amenazaba su propia existencia en Cataluña. Ese era el escenario antes de. Hasta el punto, que el “Cataluña Suma” ofrecido en las anteriores elecciones a Cs, ni siquiera se contemplaba en éstas. Tal era el estado de optimismo.

Sin Cayetana, el primer revés se visualizará en las próximas elecciones catalanas. Ella y Alejandro Fernández, habían frenado la desaparición del PP en Cataluña y garantizado su presencia en el Ayuntamiento de Barcelona. En cierta medida, por primera vez después de Vidal Quadras, el PP de Cataluña había vuelto a recuperar credibilidad constitucionalista y ganado el espacio perdido en favor de Cs. Con la destitución de la portavoz, tal credibilidad se ha perdido a pesar de la consistencia de Alejandro Fernández. Sin darse cuenta, acaban de sacar a Cs de la UCI. El desencanto en electorados muy escamados como el de Cataluña le volverán a dar aire, y los más hartos de sentirse ninguneados, huirán a Vox. Otro éxito del nacionalismo.

Y mientras tanto, a la espera que un partido moderado, ilustrado y constitucional de izquierdas no nacionalista como dCIDE, tenga la oportunidad mediática de llegar al electorado para desenmascarar y sustituir al PSC y al resto de la izquierda reaccionaria encamada con el nacionalismo. Sin descartar que Tabarnia Libre (TL) irrumpa en la realidad como partido trasversal dispuesto a constituir una nueva comunidad autónoma, segregando Barcelona y Tarragona del resto de Cataluña. Una manera directa de dar de beber al nacionalismo de su propia medicina. “Cosas veredes, amigo Sancho, que farán fablar las piedras”.

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