Antonio Gallego Burgos
Seriedad frente a la crisis
Machacar a impuestos a los que peor lo están pasando y a aquellas empresas que generan trabajo no siempre te garantiza más recaudación tributaria
La política económica en Cataluña y en España es desastrosa. En un momento de gran zozobra y de empobrecimiento general de familias y empresas, tenemos al mando de la nave a los peores gobernantes políticos posibles. Nos engañan sin despeinarse. No tratan a los ciudadanos como personas maduras. Niegan los problemas y, sistemáticamente, nos intentan convencer de las bondades de bálsamos de Fierabrás que no funcionan.
No tienen claros los principios para que una economía funcione. No han interiorizado que la estabilidad jurídica es la base de la prosperidad. Cuesta encontrar políticos que entiendan que los recursos públicos son limitados. Los gobernantes deberían renunciar a seguir financiando sus caprichitos ideológicos y su obsesión por engordar administraciones públicas atrofiadas por enchufados y entes cuya única utilidad es loar al político que les paga la nómina.
Deberían recordar aquel refrán que dice que «la avaricia rompe el saco». Machacar a impuestos a los que peor lo están pasando y a aquellas empresas que generan trabajo no siempre te garantiza más recaudación tributaria. Sería bueno que leyeran a Laffer, moderaran la presión fiscal y dejaran de financiar gasto superfluo con impuestos sonrojantes, sangrantes y confiscatorios. También es mala idea financiar gastos estúpidos con más deuda idiota. Es una losa que limita tu capacidad de reacción ante crisis como la que estamos viviendo, se come tus recursos en forma de gastos financieros y no te permite ayudar a la gente que más lo necesita.
No es sostenible repartir paguitas para todos, subvencionarlo todo y abonar aquella teoría tan manida en la izquierda de «el dinero público no es de nadie». Hay que primar aquellas inversiones con un claro retorno económico y recordar que echarle la culpa a otra administración de todos tus males es un recurso infantil, injusto y delata tu escasa capacidad para resolver problemas. En definitiva, los políticos no pueden exigir esfuerzos a la gente si no dan ejemplo y son ellos los primeros en aplicarse el cuento.
Antonio Gallego Burgos es portavoz adjunto de VOX en el Parlamento de Cataluña