Antoni Fernández Teixidó - Tribuna abierta

La lucha por la hegemonía

«El inicio de los trabajos de la mesa está siendo obstaculizado por JpC porque detestan la iniciativa republicana que, a su juicio, les resta protagonismo y se lo otorga a ERC»

Antoni Fernández Teixidó

ERC cantó victoria demasiado pronto. Supimos siempre que el acuerdo sobre una futura mesa de diálogo y negociación entre ambos gobiernos era el instrumento escogido para justificar la investidura de Sánchez. Esa era la pretensión principal. Constituir primero la mesa e iniciar el tan cacareado diálogo, al tiempo que se exige a Sánchez pasos firmes en la salida reiterada de los presos, primero, y su definitiva puesta en libertad, después. A ello se compromete el PSOE cuando defiende la necesidad de modificar el delito de sedición con carácter retroactivo. Llevará algún tiempo, pero en el PSC explican convencidos que este objetivo político es irrenunciable.

Tras el acuerdo obtenido, el alborozo de ERC coincidió con la mueca indisimulada de JpC. Ni Puigdemont, ni los principales dirigentes a su alrededor querían ni quieren mesa de negociación alguna. Torra ha situado los límites precisos de la misma: presencia de los presidentes, reconocimiento formal del conflicto catalán y tratamiento cabal del derecho a la autodeterminación, la amnistía y la continuación del procés. El inicio de los trabajos de la mesa está siendo obstaculizado por JpC porque detestan la iniciativa republicana que, a su juicio, les resta protagonismo y se lo otorga a ERC. Sin embargo, no pueden sustraerse al omnipresente mantra del diálogo. Quieren hacer ver que se avanza, pero maniobrarán para que no se consigan los frutos que los republicanos han prometido.

En este contexto, la exigencia de un mediador -acordado por mayoría absoluta en el Parlamento de Cataluña- es el pretexto esgrimido por JpC para dificultar el progreso de un hipotético entendimiento, y recrudecer la sorda batalla que sostiene con ERC. ¿Una cuestión de principios? Por supuesto que no. ¿Un debate con las necesidades de los catalanes en el fondo del mismo? Por descontado que no. Es la mera aspiración de unos y otros de llegar a las elecciones autonómicas en las mejores condiciones posibles.

Un mismo propósito, dos tácticas distintas. Asistimos con tedio a la reedición de la clásica dialéctica traidores/radicales irresponsables. El movimiento independentista de base asiste disgustado pero dividido al cruce de espadas entre Puigdemont y Junqueras. El resto de cuestiones que acontecen en la vida política catalana se pliega irrelevante a este duelo inmisericorde. Cuando Puigdemont piense que ERC se ha desgastado lo suficiente, ponga orden entre los suyos y compruebe que su táctica ha surtido el efecto deseado, hará que Torra disuelva el Parlament y convoque elecciones. Se iniciará así una nueva fase de la cruda contienda que los independentistas libran por la hegemonía.

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