Antoni Fernández Teixidó - TRIBUNA ABIERTA

En el laberinto

Sin rubor, en los círculos propagandísticos del independentismo se ha culpabilizado a Madrid como responsable de mucho de lo que no ha funcionado

UCI del Hospital Clínic de Barcelona EFE

No es hora de balances definitivos. Es tiempo de subrayar la incompetente gestión de los gobiernos central y catalán en el mes largo de la crisis del Covid-19. A pesar de su autojustificación permanente, el balance provisional de su actuación merece una profunda critica, aún reconociendo la extraordinaria complejidad de la situación. En concreto, Torra ha abusado, ad nauseam, de una doble estrategia, una autocomplaciente valoración de su quehacer y un esfuerzo ímprobo para sortear, según él, los obstáculos del Gobierno Sánchez para evitar la normal ejecución de las competencias plenas. Mas aún, le ha reprochado que su conducta intervencionista ha afectado negativamente su disminuida capacidad de acción. Sin rubor, en los círculos propagandísticos del independentismo se ha culpabilizado a Madrid, como responsable de mucho de lo que no ha funcionado. No entro en detalles.

Conviene analizar el laberinto político por el que transita el secesionismo. JpC ha asumido el rol principal de denostador del Ejecutivo español, haciendo ver a su electorado que PSOE/UP no es un aliado en el que confiar. Al contrario, la República llegará a Cataluña siempre que se prescinda del dogal socialista. Más que nunca, la autodeterminación ha de ser el aglutinador de los partidos independentistas en la aplazada mesa de negociación con el Gobierno.

En ERC, el peso de la gestión sanitaria y laboral que recae sobre sus consejeros y el apoyo que le exige Sánchez en el Congreso desdibuja su perfil político. Ni el reciente artículo publicado por Junqueras en defensa incondicional de su República aporta convicción a la conducta de ERC. La división y el enfrentamiento entre ambos partidos es mayúsculo y no disimulan su guerra abierta. Sólo la convicción de que la convocatoria electoral no está hoy en la agenda de Torra, apacigua el tempestuoso clima.

Del tercer socio poco hay que decir. La CUP, como UP, ve la posibilidad de un cambio de régimen como desenlace de la crisis. Su estrategia se encamina, sin complejo alguno, hacia ese objetivo revolucionario. No es éste exactamente el papel de Colau y los suyos en Cataluña, pero las graves contradicciones de la acción gubernamental de sus socios en Madrid, les conducen a una inoperancia sorprendente.

Respecto a la oposición, PSC, PP y Cs muestran, incompresiblemente, un perfil bajo que atribuyo al deseo manifiesto de sus correspondientes homólogos en España de detentar todo protagonismo. El papel de Vox en Cataluña es irrelevante.

Están puestas las bases para que, a pesar de las contradicciones internas, el separatismo mantenga el músculo suficiente para ganar las próximas elecciones. Debería servir como advertencia. Si en un periodo de crisis, sin precedentes como la que padecemos, el relato secesionista se consolida y se fortalece, sospecho que la suerte de los catalanes no separatistas está echada. Aún estamos a tiempo, pero jugamos ya la segunda parte de la prórroga. Recomendaría evitar la tanda de penaltis.

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