Antoni Fernández Teixidó - TRIBUNA ABIERTA
Un designio taimado
Comparto la posición de la patronal y los sindicatos catalanes exigiendo la celebración de las elecciones
Estaba cantado que las elecciones del 14 F se pospondrían. Antes de que arreciara la pandemia, los intereses políticos de la mayoría JxC-ERC, apuntaban en esa dirección. El estallido de la tercera ola ha justificado el aplazamiento.
Comparto la posición de la patronal y los sindicatos catalanes exigiendo la celebración de las elecciones. Clama al cielo el desgobierno, la ineficiencia y la incompetencia del ejecutivo catalán, que han superado las expectativas más siniestras. El peor gobierno de la democracia en la más difícil coyuntura económica y social. Valga la afirmación para ambos gobiernos, aquí y allí.
Es impostergable cambiar las cosas en Catalunya y sin elecciones no será posible. Preocupa y mucho, el aplazamiento. Tengo, no obstante, la sospecha fundada, que con el previsible resultado electoral, la situación tampoco tendrá arreglo.
El PSC se ha opuesto con determinación a la decisión creyendo, cómo sugieren algunas encuestas, que el efecto Illa resultaría beneficioso para sus intereses electorales. Iceta, cedió al ministro su plaza con la certeza de que así sería. No creo que eso suceda y el efecto traumático de la tercera ola, complicará notablemente las expectativas de un Illa, obligado a seguir las recomendaciones de su organización - PSOE - en la línea Sánchez, primero el partido, después el país. Sin recato.
Dudo que los catalanes que tengan buena opinión de la labor ministerial de Illa - seguro que los habrá - valoren positivamente tamaño gesto partidista. Si Illa es, como sostiene Iceta, el mejor ministro de Sanidad posible, ¿por qué razón debería abandonar el cargo que, supuestamente, está ejerciendo con excelencia? Si como el ministro repite continuamente tiene controlada la pandemia, ¿para qué correr riesgos adicionales?
La designación de Illa obedece a un propósito taimado, pactar un tripartito con ERC y Comuns, con un programa que entregue a los independentistas la jefatura del gobierno catalán. Añadir para acabar, que con Iceta, eso sería más difícil; no por él, sino por las líneas rojas de los republicanos.