Antoni Fernández Teixidó - TRIBUNA ABIERTA

El combate decisivo

El combate decisivo no se dará entre unionistas y soberanistas, sino entre independentistas y catalanistas

La historia de la Segunda República es una fuente inagotable de lecciones políticas. Compleja, repleta de paradojas y contradicciones, revela el fracaso estrepitoso de millones de españoles entusiastas y bien intencionados, que participaron con coraje y generosidad, dignos de mejor causa. Encoge el alma y suspende el ánimo, observar tantos errores repetidos, alguno de los cuales llega, pertinaz, hasta nuestros días. Me detengo en uno trascendente. La generalizada confusión entre catalanismo e independentismo como si se tratara del mismo sujeto político. Como entonces, muchos creen hoy que el separatismo es la finalidad primordial del catalanismo. La asimilación parece indiscutible.

Desde luego, desde Catalunya, con discursos y hechos se sembró desconcierto y confusión. Aquellos catalanistas caminaron por un angosto desfiladero. Los catalanes recibieron esperanzados el Estatut aprobado por las Cortes, pero en los últimos años de la República y en particular, desde octubre del 34, todo se vino abajo. El grueso de los partidos republicanos y singularmente, los situados en los márgenes del arco parlamentario, desconfiaron y atacaron sin tregua al catalanismo moderado.

A mi juicio, para que Catalunya se sienta parte integral de España, sin veleidades, ni fantasías rupturistas, se precisa la aceptación que el catalanismo hoy y el de mañana, es en modo alguno el cacareado huevo de la serpiente. Si nuestros amigos españoles no están dispuestos a entender y aceptar de buena fe, que el catalanismo es la expresión de 140 años de historia, de un modo de hacer política que ha evitado el enfrentamiento sistemático con España, nuestra suerte está echada. Para cambiar las cosas e iniciar una etapa de confianza y prosperidad común, hay que afirmar sin recelos, que el catalanismo y el independentismo nunca ha sido la misma cosa. Y sigue sin serlo. Créanme, el combate decisivo por el futuro de Catalunya no se dará entre unionistas y soberanistas. Se librará, duro, largo y doloroso, entre independentistas y catalanistas y nuestro futuro común dependerá de quién venza.

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