Antoni Fernández Teixidó - TRIBUNA ABIERTA

Cataluña y el PP

Resulta fundamental, si se quiere derrotar al PSOE en las próximas elecciones generales, unir los esfuerzos, hoy precarios, de los autonomistas y los catalanistas no nacionalistas.

Una imagen del pleno del Parlament EP

Los resultados de las recientes elecciones en Madrid, Castilla y León y Andalucía parecen apuntar a un cambio de ciclo. En particular, las victorias de Ayuso y Bonilla reafirmarían una marcada tendencia al vuelco electoral.

Por supuesto, basta con leer las nuevas y perversas iniciativas económicas del gobierno y las declaraciones en distintos medios del presidente Sánchez, para intuir cuan cara será la piel del oso.

Sin embargo, el panorama del centro derecha en Catalunya es desolador. El PP con tres diputados, Ciudadanos con seis y tendentes a la desaparición, son prueba inequívoca de mi afirmación. Adicionalmente, el catalanismo centrista de matriz no nacionalista, ni independentista, se esfuerza sin perspectivas halagüeñas a corto plazo. No sé si llegarán a serlo a medio.

Es sabido, que Catalunya aporta un número significativo de diputados a las cortes españolas que suele garantizar la posibilidad de gobernar a socialistas o a populares. Sin los determinantes votos del centro en Catalunya, resulta prácticamente imposible formar gobierno. Y en eso consiste esencialmente el drama de la actual situación política catalana. La derecha conservadora tiene en Vox su referente, partido que seguirá creciendo moderadamente, pero el centro derecha no tiene quien le escriba.

Resulta fundamental, si se quiere derrotar al PSOE en las próximas elecciones generales, unir los esfuerzos, hoy precarios, de los autonomistas y los catalanistas no nacionalistas. Se trata, por supuesto, de vencer a los independentistas primero y a los socialistas después, pero sin una valerosa actuación común del centro catalán alejado de la derecha conservadora, eso no será posible. Sin un frente centrista amplio la derrota está asegurada.

La política de alianzas no se improvisa y para que sea sólida y operativa requiere una voluntad generosa de acción común y un programa claro. Repito a menudo que, en política, el tiempo es más importante que en gramática y en este caso juega a la contra. Sería pues recomendable despejar esta incógnita antes de que los acontecimientos se precipiten.

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