Antoni Fernández Teixidó - Tribuna abierta
Atrapados en el laberinto
«Solo abandonaremos el laberinto suicida si nos ocupamos a fondo, de lo que es esencial y rechazamos todas las ensoñaciones»
En los últimos meses, analistas diversos han subrayado el final del Procés. Es a mi juicio, un diagnóstico piadoso y erróneo. La dureza de la pandemia padecida ha disimulado la virulencia de los signos externos propios del ritual independentista. El Govern nunca ha dejado de tener la República y la independencia entre sus principales objetivos políticos. Su estéril enfrentamiento con el Gobierno durante la crisis de la Covid-19 debe ser leído en esta clave. La enfermiza obsesión de Torra por marcar un perfil diferenciado y alternativo para transmitir a los catalanes que con la independencia hubiéramos conocido otro tipo de crisis y que el fracaso del Gobierno español perjudicaba los intereses sanitarios, económicos y sociales de los catalanes era por supuesto una falacia. Nada nuevo bajo el sol. Si acaso mostrar la perplejidad por la inexistente respuesta del Gobierno español ante tanto desatino, por mero cálculo político.
En los últimos días, el tercer grado a los políticos presos, el juicio a la mesa del Parlament, el boicot a la visita real y el discurso preelectoral de JxCat y ERC han incrementado el diapasón de la respuesta soberanista. Un bronco e inmediato debate aguarda, el monto de las ayudas europeas y su implementación autonómica.
En el fondo, Torra y sus aliados intentan amortiguar el impacto mediático de la agudización de todas las crisis: la política, la económica, la social, la institucional, la sanitaria... Frente a la profundización de la crisis, el Govern sigue paralizado en su acción política cotidiana, prisionero de un discurso independentista retórico e inútil. Más aún, Govern i oposición se hallan en un laberinto inextricable, atenazados todos por un artificioso discurso convencional.
No se abordan las políticas que deberían posibilitar la resolución de los problemas que martirizan a la ciudadanía. Efectivamente, apenas se habla de la desocupación masiva, de la inevitable reordenación del gasto público, de las residencias, de la brutal confiscación fiscal, del alarmante incremento del fenómeno okupa propiciado por una ley parlamentaria, la inmigración desordenada, el fracaso de la dependencia, etc. Esos son los temas que deberían ocupar el tiempo y la energía de los dirigentes independentistas, y hoy por hoy, esto está lejos de su preocupación fundamental, a saber, como retomar la senda independentista, proclamar la República y cambiar el Régimen.
Insisto en que solo abandonaremos el laberinto suicida si nos ocupamos a fondo, de lo que es esencial y rechazamos todas las ensoñaciones. Moriré esperando.