Antoñete y Búffalo Bill en la Monumental

Ahora que se cumplen cuatro años de la muerte del maestro Antonio Chenel "Antoñete" y está al caer la festividad de Todos los Santos, es buen momento para alejarnos del laberinto político y del más que vergonzante tres por ciento, e inundarnos de nostalgias de la Cataluña real. Y precisamente un 1 de noviembre de 1951, un jovencísimo Chenel toreó en solitario en la Monumental una novillada de la que al final salió triunfante, pese a que no se lo pusieron fácil los astados elegidos, de cinco ganadería, más una limpieza de corrales que otra cosa.

Antoñete había debutado en Barcelona en febrero de aquel 1951 y fueron varios los paseíllos hasta la encerrona final. Hubo idilio con la afición catalana, como lo demuestra que tan solo tres días antes toreara un mano a mano con Paco Corpas del que salió ovacionado.

El día que nos ocupa saltaron al ruedo barcelonés novillos de Bernardino Jiménez(dos), Urguijo, Juan Cobaleda, Marcelino Rodríguez y Joaquin Buendía, y dentro de una buena impresión, el triunfo solo llegó en el cuarto, de Cobaleda, bien armado, probón y peligroso, con el que el madrileño se fajó valiente. Un soberano volapié le sopló antes de pasear las dos orejas. Vuelta al ruedo triunfal. Muchos fueron los sombreros de aficionados que le lanzaron al ruedo, pero uno especialmente distinto. William F. Cody, el mítico Búffalo Bill, que se encontraba con su circo en Barcelona, se lo lanzó como prueba de admiración y el torero se lo devolvió entre ovaciones.

Fue la anécdota de aquel primero de noviembre de ahora hace 64 años, cuando la temporada en Barcelona comenzaba en febrero y acababa entrado noviembre, cuando en la Monumental se premiaba a todos los toreros que en su arena se entregaban, cuando acudir a los toros no llevaba consigo recibir insultos de nadie, cuando el mítico Antoñete comenzaba una carrera que en la plaza barcelonesa finalizó un día de julio de 1985.