Efecto Illa: ¿oposición o maragallada?

Cuál pudo ser el verdadero objetivo de Salvador Illa al presentarse a las elecciones catalanas. Cuesta creer que se planteara seriamente presidir la Generalitat sin querer saber nada de otros constitucionalistas y sin pactar con independentistas. Pero vista la oposición hecha hasta ahora, o mejor dicho, no hecha, vista su complacencia con los indultos, el incumplimiento de sentencias judiciales acerca del bilingüismo, el pasteleo sobre TV3, etc… ¿Para esto hacía falta traerse un ministro desde Madrid? ¿No bastaba lanzar desde un helicóptero miles de cheques en blanco firmados por Pedro Sánchez?

Se aprecian en Illa destellos de hastío con lo que da de sí el Parlament. Se le ve incómodo. El que sobre el papel es el jefe de la oposición ni siquiera se dejó ver en el debate del decreto ley para que la Generalitat avale los 5,4 millones reclamados por el Tribunal de Cuentas a los líderes del 'procés'. Carlos Carrizosa se quedó solo clamando contra aquella malversación en bucle mientras Jaume Giró se quedaba solo defendiéndola. Illa no fue al debate. Pere Aragonès se ausentó de la votación.

La verdad es que el estilo de ¿oposición? de Illa se entendería mejor si los cañones del PSC no apuntaran al lado de montaña de la plaza San Jaime, sino al lado de mar. Si desde siempre el verdadero objetivo hubiese sido cobrar la alcaldía de Barcelona con el apoyo de ERC: un tripartito encubierto. Así empezó Pasqual Maragall. Si les sale bien, en dos años volvemos al ni tú ni yo de la antigua 'sociovergència', sólo que con Aragonès en la silla de Pujol. Y como si no hubiera pasado nada de todo lo que aquí pasó y sigue pasando…

¿Entonces, quién va a hacer oposición? ¿Quién queda? No conteste ahora: mejor después del verano y de la publicidad.

Anna Grau es diputada autonómica de Ciudadanos en el Parlament