Ángel González Abad - Los martes, toros
Pujol y Ferrusola, misión cumplida
«Las cifras desveladas por la UDEF producen escalofríos»
Mientras en este mes de septiembre España hierve en las plazas de toros, mientras nos llegan noticias de grandes tardes de gloria, tardes de toros y verdad, es inevitable pensar en la Monumental de Barcelona vacía. Y al mismo tiempo, irremediablemente, me asaltan los últimos capítulos de la saga Pujol, que no serán los últimos, al tiempo.
Las cifras desveladas por la UDEF producen escalofríos, esa fortuna de 290 millones de euros amasada por el ex molt honorable, su señora y sus vástagos, los Pujol Ferrusola, se ha convertido en uno de los capítulos más importantes de la historia de la corrupción. Tanto, que la herencia ocultada del bueno del abuelo Florenci parece ahora una nimiedad. Mientras los catalanes, felices e infelices, intentaban serlo, a la vez que el cerco a sus libertades se ceñía en torno a muchas de sus preferencias, el espejo sobre el que mirarse de familia en la Cataluña feliz se pasaba de frenada. Lo tenían tan fácil.
Un ejemplo de los múltiples cercos aplicados por el nacionalismo pujolista desde 1980 es el que vino a expulsar las corridas de toros de suelo catalán, no por un sentimiento de protección animal, al contrario, por ajeno, pensaban ellos, a Cataluña. Cerco también a la libertad de educación, al castellano... Y así, una estrategia política perfectamente diseñada y aplicada, propició que esos 290 millones de euros que cuantifica la UDEF fueran a las manos que no debían. El presupuesto anual del hospital de Bellvitge hurtado, así, sin paños calientes. Y como los Pujol Ferrusola, ahí queda el ejemplo del Palau de la Música, y, como paradigma, el tres por ciento.
Y ahora una Cataluña divida en dos, divergente en vez de feliz, y un camino que nadie sabe hacia donde va. Pero la culpa la tenían los toros... y el Ebro, que nace en tierras extrañas.