Ángel González Abad - Los martes, toros
Los plebiscitos de la Monumental
«Con los dos mil votos de los afiliados a JpC que han vuelto a encumbrar al gran Carles, apenas se llenaría una décima parte de los tendidos de la plaza de la Ciudad Condal»
Sin sorpresa alguna, Puigdemont ha sido elegido presidente del nuevo JpC con casi el cien por cien de los votos. Una victoria a la búlgara, un plebiscito que haría feliz al fugado si no fuera por la letra pequeña. Poco más de dos mil afiliados dice mucho de lo que se cuece entre los herederos de un Pujol desaparecido ya del ideario del buen catalanoconvergente. Se ufana Puigdemont con el 99,3 por ciento de los votos, que es mucho, la verdad, pero que a la vez es tan poco...
Qué daría el bueno de Carles por una Monumental llena aplaudiéndole y vitoreándole. Un sueño. Con los dos mil votos de los afiliados a JpC que han vuelto a encumbrar al gran Carles, apenas se llenaría una décima parte de los tendidos de la plaza de la Ciudad Condal. Pensar con un respaldo de veinte mil almas, un sueño que haría levitar a Puigdemont en Bélgica, en Figueras o en la China Popular.
Y la Monumental se llenaba, y además no era gratis, ni daban bocadillos. Los plebiscitos de la Monumental se repetían cada semana, incluso en los días de la decadencia doblando o triplicando esos dos mil aférrimos que han dado la aplastante victoria al líder neoconvergente. Pero los llenos de la Monumental no eran del agrado de la nueva y feliz Cataluña, los miles de aficionados que acudían al reclamo de José Tomás en el último capítulo, como los que se apasionaron con Joselito, Belmonte, Manolete, Chamaco, El Cordobés o El Viti, no debían ser buenos catalanes, seguramente nacidos, como el Ebro, en tierras extrañas. Pero eran miles, de catalanes, sí; hasta veinte mil en una sola tarde de domingo. De nada sirvieron aquellos plebiscitos casi diarios. La verdad está en los dos mil, en ese 99,3 por ciento que tanto llena de orgullo a los puigdemontistas. Cosas del extinto Pujol y de su herencia.