Ángel González Abad - Los martes, toros
La pasión de Ángel Leria
Dejó sobre la arena los retazos del mejor toreo y mantiene intacta su pasión por la Fiesta
Pocos aficionados sienten la pasión por la Fiesta que demuestra Ángel Leria. Un destacado abogado que brega cada día en juzgados y despachos de la Ciudad Condal, y que forma parte de esa resistencia que se mantiene viva en Cataluña en la lucha por volver al tendido de una plaza de toros. Ángel Leria sabe como pocos de esa batalla porque ha vivido en primera persona toda la verdad de la tauromaquia. La que le llevó a buscar la gloria en los ruedos y la que le ha mantenido siempre en primera línea como abanderado de la afición.
Se cumplen ahora veinticinco años de una tarde amarga en todo lo que significaba de dar un carpetazo a una irrefrenable afición, pero que no fue nunca un punto y final. El 6 de agosto de 1995 Ángel Leria no estaba anunciado en la Monumental de Barcelona. A última hora lo llamaron para sustituir a un compañero herido. En los corrales esperaba un corridón de toros de El Sierro, en un cartel que completaban El Tato y Cristo González. Las crónicas dijeron que estuvo “serio y digno” y que el público lo trató con frialdad. La vuelta al ruedo que dio tras lidiar al cuarto de la tarde no fue suficiente para alimentar más su alma de torero y tomó la decisión de retirarse de los ruedos.
Atrás quedaban las ilusiones de un niño que creció entre aficionados, atrás el primer becerro, el primer traje de luces, los triunfos en su plaza de Barcelona, el debut en Las Ventas, la alternativa de manos de Víctor Mendes y ante Joselito, la gloria que se escapaba sin poderla alcanzar... y el valor de decir basta. Que hace falta mucho valor para colgar el traje de luces y no engañarse con los halagos ni con «esta temporada va a ser la mía». Dejó sobre la arena los retazos del mejor toreo y mantiene intacta su pasión por la Fiesta.