Ángel González Abad - LOS MARTES, LOS TOROS

La Monumental, como hace un siglo

En la plaza se vivía la tensión por la exigencia por parte del público de mejores toro y las broncas en los tendidos se repetían tarde tras tarde

Exterior de la plaza de la Monumental de Barcelona INÉS BAUCELLS

Hace exactamente un siglo, a comienzos de 1922, la noticia en Barcelona fue que la Monumental no abriría sus puertas durante la temporada . No había entonces presión política contra la Fiesta, pese a la convulsa situación social de los años veinte. Los aficionados contemplaban perplejos como las diferencias entre la propiedad de la plaza y la empresa gestora eran cada vez más irreconciliables. En la plaza hacía tiempo que se vivía la tensión por la exigencia por parte del público de mejores toros. Las broncas en los tendidos se repetían tarde tras tarde. Y ese ambiente se trasladó a los despachos. No hubo entendimiento entre los propietarios y la gerencia para dar satisfacción a una afición rigurosa y severa, y todo se lio en un maremágnum de pleitos y enfrentamientos que llevaron a que la temporada quedara en blanco.

Como ahora, pero por motivos muy diferentes. Entonces las discrepancias fueron económicas, de total divergencia en cuanto a lo que se ofrecía en el ruedo; ahora es el miedo a las repercusiones políticas , aunque la economía siga siendo la sombra de todo.

La empresa que hace un siglo explotaba la Monumental era Grandes Atracciones , encabezada por el señor Ubach, programó en la temporada de 1921 catorce corridas de toros y una veintena de novilladas, con Rafael 'El Gallo', como máximo referente, pero el conflicto estalló y el coso ya no abrió sus puertas hasta bien entrada la temporada de 1923, cuando la gestión volvió a los empresarios anteriores, que también gestionaban la plaza de Madrid.

En los años siguientes el mal ambiente siguió larvado, y en 1927 llegaron, por fin, los felices años veinte a la Monumental con un nuevo empresario llamado Pedro Balañá Espinós , que en los cuarenta se hizo con la propiedad del coso. La misma plaza que ahora, en un «de momento, no» que parece eterno, permanece cerrada.

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