Ángel González Abad - Los martes, toros
El miedo del 28 de julio
«El objetivo es claro, vencer el miedo, dar toros en esta tierra, en donde las corridas no están prohibidas»a
Han pasado diez años. El 28 de julio de 2010, el Parlament prohibió las corridas de toros de Cataluña. Atrás quedaban años de acoso a la Fiesta, las maniobras de Pujol por erradicar los toros como algo ajeno a Cataluña, atrás la declaración de Barcelona como ciudad antitaurina, los caramelos envenenados de poner precio a la Monumental, la equiparación de la tradición de los toros con el maltrato a mujeres, niños y ancianos, y hasta con la ablación... El intento de un reglamento sin puyas, banderillas ni estoque. Aquí nadie jugó limpio, cada político escondía unos intereses, ese mismo día de la abolición se blindaron los correbous, y al final se consumó una gran mentira política; una más. Una libertad cercenada; una más.
Han pasado diez años y nada se ha olvidado. En este tiempo, el Tribunal Constitucional revocó la prohibición, pero el juego político ya había sentenciado, y llegó el miedo. El miedo a abrir una plaza de toros. Porque en Cataluña no se dan toros por miedo. Lo reconoció el empresario y dueño de la Monumental, Pedro Balañá, cuando dijo a los aficionados que «de momento, no». Y en aquel «de momento» estaba la situación política y social que vive Cataluña.
En estos diez años la afición no ha desaparecido, al contrario. Se ha creado una auténtica resistencia que mantiene viva la pasión heredada de sus mayores. Los foros en donde se debate sobre la historia y el futuro de la Tauromaquia son numerosos, los aficionados no se resignan.
El pasado año, la Fundación Toro de Lidia solicitó al Ayuntamiento de Olot permiso para organizar una corrida de toros en su plaza. Negativa tras negativa, en este punto se va a emprender la vía judicial para lograr el permiso. El objetivo es claro, vencer el miedo, dar toros en esta tierra, en donde las corridas no están prohibidas. Dar luz sobre la sombra tan alargada de aquel 28 de julio.