Ángel González Abad - Los martes, toros
Indultados por bravos
«Cuando en el palco presidencial de una plaza de toros asoma el pañuelo naranja es que el toro, por su bravura y casta, se ha ganado la vida»
Carme, Dolors, Raül, Oriol, Joaquim, Josep y los tres Jordi, los nueve indultados, de los que podría seguir hablando. De las razones que los sacaron de la cárcel, de los motivos finales por los que Pedro Sánchez sacudió el pañuelo naranja. Los aficionados saben que cuando en el palco presidencial de una plaza de toros asoma el pañuelo naranja es que el toro, por su bravura y casta, ha sido indultado, se ha ganado la vida.
Ahí está la historia de ‘Civilón’, el noble toro de Cobaleda que se hizo amigo de los niños y en la Monumental de Barcelona provocó un levantamiento popular en demanda de su indulto, en unos días tan convulsos como junio de 1936, que conmovió a toda la ciudad. Como en 1889, ‘Culebro’, con la divisa de Andrés Garcia, en la vieja plaza de la Barceloneta.
En 1968, ‘Potrico’, de Pablo Romero, desató pasiones lidiado por Andrés Hernando, como años más tarde, ‘Zafiro’, de Torrealta, ante el que Finito de Córdoba marcó su cumbre artística en la Ciudad Condal. Y el mismo Finito cuajó a ‘Comadrejo’, de Bernandino Piriz en Tarragona en agosto de 2003. Un año antes, en la misma plaza imperial, Antonio Ferrera indultó a ‘Cotorrico’, de Sorando.
‘Idílico’, de Núñez del Cuvillo, en la Mercè de 2008, en manos de José Tomás, se mantiene como un referente para los aficionados. Y ya sumidos en el proceso que llevó a la prohibición de las corridas de toros por el Parlament, en 2010, ‘Rayito’, de Valdefresno, con el triunfo de Miguel Tendero, y ‘Timonel’, de Jandilla, en manos del catalán Serafín Marín, fue otra inyección de afición.
Nueve toros, nueve. Los nueve indultados por su sangre brava, por su casta, en tardes que hicieron historia, que a veces no es malo mirar hacia atrás para afrontar lo que viene.