Ángel González Abad - Los martes, toros
La corrida de la prensa y el Rey
«Ha pasado un siglo, y algunos siguen negando que no fue ayer»
Hay que volver la vista atrás y encontrarnos una Barcelona convulsa en lo social, pero con unas ganas irrefrenables de divertirse. Teatros, cabarets, cafés, frontones.... y tres plazas de toros en pleno funcionamiento. Estamos a finales de junio de hace un siglo. Cien años atrás, la Monumental anunció a bombo y platillo la tradicional corrida de la Prensa. Y la plaza se llenó hasta la bandera. Ambiente de gran acontecimiento a beneficio de la Asociación de la Prensa de Barcelona, que, para mayor fuste, contó con la presencia del Rey Alfonso XIII, por aquellos días de viaje oficial por la Ciudad Condal. Ovación cerrada al monarca a los sones de la Marcha Real.
El cartel reunía a los toreros con más tirón popular del momento, con la tragedia todavía reciente de la cogida mortal de Joselito en Talavera. Su hermano Rafael, el genial Gallo, abría plaza, y junto a él, Belmonte, Sánchez Mejías y un jovencísimo Chicuelo. Los toros, de Parladé, ni fu ni fa.
La tarde del 27 de junio de 1920 se la llevó de calle Sánchez Mejías, sin medias tintas. Desorejó a su segundo y desató el entusiasmo entre los barceloneses, que se lo llevaron a hombros por la Gran Vía, plaza Cataluña y las Ramblas, hasta el hotel Oriente, en donde se alojaba. Pero la tarde también tuvo su contrapunto amargo en la cogida del picador Manuel Liñán, cuyo estado se fue agravando y falleció el 4 de julio a consecuencia de las heridas que sufrió en el ruedo.
Barcelona seguía en ebullición, los conflictos sociales y laborales se recrudecían, pero las plazas y los locales de ocio se desbordaban de público. Y tanta pasión desató Sánchez Mejías que se anunció en solitario el 11 de julio en una corrida a beneficio de las obras sociales de la ciudad, que volvió a llenar la Monumental y volvió a salir en volandas de la plaza tras cortar los máximos trofeos.
Ha pasado un siglo, y algunos siguen negando que no fue ayer.