El Constitucional dijo sí

Lo que manda y regula la Constitución es bueno recordarlo, como mínimo, cada año por estas fechas. Y más aquí, en donde los recursos de inconstitucionalidad y las sentencias se entremezclan con incumplimientos que desde la Generalitat se llevan como bandera. La ley antidesahucios, la de alquileres o la recusación a magistrados, son algunos de los últimos conflictos.

En julio de 2010, el Parlament prohibió por ley las corridas de toros en Cataluña, y en octubre de aquel mismo año, senadores del PP interpusieron recurso ante el Tribunal Constitucional. En septiembre de 2011 se celebró la última corrida en la Monumental de Barcelona, y sus sesudas señorías no dictaron sentencia hasta finales del 2016. Tarde, pero sin dudas, anularon la abolición, que invadía competencias del Estado.

Demasiado tiempo, porque la prohibición ya había surtido su efecto. Las corridas de toros, prohibidas contra derecho, son legales en Cataluña, que siempre es bueno recordarlo. La tauromaquia es por ley patrimonio cultural, pero tras conocerse la sentencia del Constitucional, tiempo les faltó a los gobernantes de la Generalitat para lanzar sus intenciones de dejar sin efectos prácticos el dictamen que tumbaba el final de las corridas de toros.

No era la primera vez, ni sería la última, que una sentencia que demostraba una inconstitucionalidad por parte de instituciones catalanes era ninguneada. Y en esas seguimos, de un veto contra derecho, a una derogación de hecho por el miedo empresarial a todo ese conglomerado político con el que se evita entrar en conflicto.

Si estamos en días en los que se conmemora y se festeja la Constitución de 1978, bueno sería celebrarla por todos y para todos. Cumplir la ley, que tampoco debería ser tan complicado, aunque lo es, lo es, vaya si lo es. Y si queremos ir camino de la Monumental, parece que más todavía.