Los consentidos de la afición catalana

Uno de los toreros que más veces ha toreado en Barcelona ha sido Paco Camino, del que se cumplen ahora sesenta años de su alternativa. Se doctoró en la plaza de Valencia el 17 de abril de 1960, que en aquel año fue domingo de Resurrección, de manos de Jaime Ostos y ante Mondeño con toros de Urquijo, y desde ese momento ocupó un lugar de privilegio en el escalafón. Su idilio con los aficionados catalanes comenzó un año antes en su presentación como novillero, que resultó triunfal.

Camino ha sido de los toreros que más han actuado en la Ciudad Condal, 17 novilladas y 82 corridas de toros. El toreo del sevillano encandiló a los aficionados una y otra vez. También en la Monumental vivió el momento más amargo de su carrera. En la arena barcelonesa cayó herido mortalmente su hermano Joaquín, que iba en su cuadrilla, un triste 5 de junio de 1973.

Al margen de las más de ciento setenta tardes que toreó en la capital catalana Chamaco, un auténtico fenómeno social en los años sesenta, que trascendió del ambiente taurino; varias han sido las figuras del toreo cuyas carreras se desarrollaron de forma paralela con las plazas de la Monumental y de Las Arenas. Tras Chamaco, El Viti, que toreó nada más ni nada menos que ciento veinticuatro corridas de toros.

Otro diestro vinculado a Barcelona fue el mítico Manolete, setenta corridas, la ciudad en donde más veces hizo el paseíllo. Y más cercano en el tiempo, el último ídolo de los aficionados catalanes, José Tomás, que en sus más de veinte tardes en la Monumental, dejó escritas páginas inolvidables.

Toreros que hicieron felices a miles de catalanes, toreros que escribieron algunas de sus páginas más brillantes en la Ciudad Condal. Chamaco, El Viti, Camino, Manolete, José Tomás... Fueron los consentidos de la afición.