Colón ya no es catalán

¿Qué hacemos con Colon? La pregunta se repite en los oscuros pasillos de la Generalitat, en donde se juega con la historia. Tanto tiempo para demostrar que era catalán y ahora resulta que era un racista. El problema no es el monumento frente al puerto de Barcelona, que lo es. La crisis entre los nuevos historiadores es cómo borrar ahora las vinculaciones del señor Cristóbal con aquel presidente de la Generalitat, Francesc Colom, que tanto malabarismo histórico costó. Y no se olviden de Pals, el puertecito del Ampurdán, desde donde partieron las tres carabelas. Operación limpieza. Que no, que no, que Colom era italiano, y las carabelas salieron de Palos de la Frontera. Uff. Los ataques a estatuas del descubridor en Boston o Miami, pueden salpicar a Cataluña. Mucho cuidado con la comunidad internacional.

¡A quién se le ocurrió decir que Colon era catalán! Los del Círculo Catalán de Historia andan escondiéndose ahora de quienes los buscan por las galerías subterráneas de la plaza de Sant Jaume. Al final, es lo que ocurre cuando se reinventa la historia, porque alguien seguro que sale con la catalanidad de los que advirtieron a Colon que descubrir un nuevo mundo no era bien visto en estas tierras.

Aquí, gusta mucho eso del revisionismo histórico, o contar la historia arrimando el ascua a su sardina. Lo intentaron con la españolidad franquista de las corridas de toros, que al final fueron prohibidas por una gran mentira política y que continúan vetadas por una decisión empresarial fruto del miedo político. La manipulación política de la historia. ¿Les suena de algo?

Sin embargo, donde tendrían trabajo para mucho tiempo los sesudos del tan afamado Círculo Catalán de Historia es en el análisis del pujolismo. Aquí sí que hay donde revisionar. Sería bueno que surgieran luces. Desde la Banca Catalana hasta la herencia del abuelo Florenci. Revisionen, revisionen, que ni en Boston ni en Miami van a manifestarse en contra.