Ángel González Abad - Tribuna Abierta
La batalla del Ebro
Miles de hectáreas de parque natural son gestionadas por los ganaderos de bravo del Delta
El reducto de los correbous en el Delta del Ebro está sufriendo ataques que van contra la línea de flotación de una comarca que no está dispuesta a perder una parte fundamental de su identidad y de su cultura. Existe la plataforma Prou Correbous que en las últimas semanas ha lanzado una ofensiva para impedir ayudas públicas planteadas en la Diputación de Tarragona para alimentar al ganado bravo de la zona en el contexto de las afecciones económicas de la pandemia del coronavirus.Y en el Ebro ya han dicho basta.
La fiesta del toro es algo consustancial al Delta, y allí no están dispuestos a que desde un despacho urbanita unos pretendidos animalistas ataquen e insulten a su cultura. El portavoz de la Fundación Toro de Lidia en Tarragona, Adolfo Leixà, lo explica de forma clara: “Una cultura que no es ni mejor ni peor que otras, que es la cultura de nuestros pueblos”.
Y muestra Leixà su asombro al comprobar que la plataforma abolicionista lo que pretende es la desaparición, la muerte, de estos animales a los que se les quiere negar una ayuda para su alimentación en una situación excepcional. Miles de hectáreas de parque natural son gestionadas por los ganaderos de bravo del Delta, una acción tan beneficiosa sobre un ecosistema único que les importa un pimiento a los pretendidos ecologistas. Están a otras cosas, a mostrar unos datos de una encuesta que sobre seiscientas muestras asegura que el 77 por ciento de los catalanes están contra los correbous, pero ocultando que el 23 por ciento están a favor, o sea, unos dos millones de catalanes, diez veces más que los habitantes de las zonas más taurinas.
Pero es que además cada euro que las administraciones locales destinan a las fiestas de toros revierten cinco. Y los presuntos animalistas calculan un millón de euros lo que destinan los ayuntamientos a los correbous, es decir cinco de ganancias.
Pero los datos, la tradición, el movimiento cultural, social, ecológico y económico que genera el toro bravo en el Ebro poco importa, es más fácil pedir su muerte.