Ángel González Abad - Los martes, toros
Aquel año sin toros en la Monumental
«La Monumental barcelonesa lleva una década cerrada a cal y canto»
La Monumental barcelonesa lleva una década cerrada a cal y canto. La prohibición política contra derecho, primero, y los temores empresariales después, tienen al coso en un cierre forzoso y a los aficionados en ayuno permanente. Pero si echamos la vista atrás, nos encontramos con que un conflicto de intereses entre la propiedad y los gestores de la plaza dejó en blanco la temporada de 1922.
Desde su inauguración, la programación del flamante coso estaba a cargo de los empresarios de Madrid, Echevarría y Retama, pero los aficionados no estaban contentos con el ganado que se lidiaba en la que se convirtió primera plaza de Barcelona. Las broncas exigiendo toros acordes con la categoría de la Ciudad Condal se sucedían, lo que llevó a un cambio de gestor. Parecía que se habían calmado las aguas, pero la tormenta larvada volvió a desatarse a finales de la temporada de 1921.
La prensa de la época habla de un clima insostenible entre los propietarios del recinto y el señor Ubach, responsable de la programación. La cosa acabó en los juzgados, y el resultado fue que desde octubre de 1921 hasta junio de 1923 no hubo festejos en la Monumental. Volvieron a contratar a los empresarios de Madrid para devolver a la normalidad a la primera de las tres plazas que por entonces permanecían abiertas en Barcelona, pero los felices años veinte no lo fueron definitivamente en el nuevo coso hasta que cuatro años después apareció un nuevo empresario que cambió el rumbo del toreo en Barcelona. Pedro Balañá Espinós, Don Pedro, se hizo cargo de la gestión en 1927, en los cuarenta compró la plaza, y con él llegó el esplendor. Con sus herederos las cosas cambiaron hasta la decisión actual de tener la Monumental sumida en la oscuridad.