Apostar por la libertad y perder

Hace unos días, dábamos cuenta en este mismo espacio del homenaje que los aficionados rindieron al matador de toros de Montcada Serafín Marín, en el veinte aniversario de su alternativa. Un reconocimiento que tuvo que celebrarse en el exilio de una placita de Castellón, y recordaba que el diestro catalán se había jugado mucho en la defensa del toreo en Cataluña. Fue, y es, auténtico abanderado de la defensa de la libertad perdida y en esa batalla no dudó incluso en poner por delante sus propios intereses personales.

Y perdió, perdió contratos. Las puertas se le fueron cerrando y cuando tenía ante sí un rayito de luz al que agarrarse para luchar por reverdecer laureles, acaba de recibir un nuevo portazo. La Fundación Toro de Lidia ha organizado por segundo año consecutivo el certamen Copa Chenel, una competición de corridas de toros servidas como verdaderas oportunidades, en la que Serafín Marín no fue incluido en la primera edición y tampoco en la que acaba de anunciarse. Su apoderado, Javier Campillo, ha lanzado su lamento y la «terrible decepción» en una carta dirigida a los responsables de la Fundación, «que pensaba se había creado para la difusión y promoción de la tauromaquia, especialmente en lugares donde estuviera especialmente amenazada».

En medio del dolor que produce la incomprensión, se ve obligado a poner sobre la mesa que Marín «volcó los mejores años de su carrera en fomentar y luchar por nuestra cultura, no solo su Cataluña natal sino en todas las plazas en las que toreó, anteponiendo su amor a la tauromaquia incluso al de sus propios intereses profesionales».

La rabia del torero y de sus mentores no va en contra de los diestros que han sido incluidos en el certamen, claman por que era de justicia que una organización que lucha por la Fiesta no haya reconocido todo lo que ha hecho Serafín Marín por el toreo con tremenda dignidad y sin importarle lo que podía perder, lo que en realidad perdió