Joan Carles Valero - Letras Expectativas

Amistades peligrosas

«Por su condición de huido, Puigdemont puede alardear de su comportamiento libertino y gozar por ello de una cierta reputación»

No hay peor enemigo, ni fuego más mortífero que el amigo. De eso saben los políticos y quienes se enfrentan en sus trabajos a la competencia exterior del mercado y la de sus compañeros o empleados. En la Taberna del Chef del Mar que Ángel León tiene en El Puerto de Santa María, presencié hace unos días cómo la responsable del establecimiento adjudicaba una mesa entera a un grupo de personas a las que previamente besó y agasajó, mientras una familia que hacía una hora que esperaba debía conformarse compartiendo mesa con extraños, cosa normal en esa casa donde no se permiten reservas. La familia optó por marcharse.

Hace 30 años apareció en España un dúo opuesto en lo musical a Pimpinela, que restregaba su erotismo por los escenarios mientras cantaba «Basta ya de tanta tontería, hoy voy a ir al grano, te voy a meter mano…». Cristina del Valle y Alberto Comesaña eran pareja y en lo artístico «Amistades peligrosas». Ese mismo año, Stephen Frears estrenó «Las amistades peligrosas», a mi juicio la mejor adaptación de la novela epistolar de Pierre Choderlos de Lacros que narra el duelo de seducción, libertino y perverso, entre la marquesa de Merteuil (Glenn Close) y el vizconde de Valmont (John Malkovich).

Al igual que aquellos nobles franceses de finales del XVIII, Cataluña y el Gobierno español fueron en otro tiempo amantes y ahora se aprovechan del mejor modo que pueden de las apariencias en nuestra sociedad digital y crédula. La depravación en la que ha caído el «procés» se sigue a través de tuits, modernas misivas en las que dirigentes de ambos bandos cuentan intrigas y ambiciones en forma de hazañas.

Por su condición de huido, Puigdemont puede alardear de su comportamiento libertino y gozar por ello de una cierta reputación. Pero no sucede lo mismo con el presidente Sánchez. Aunque rival del fugado en cuanto a aventuras políticas, el líder del PSOE está obligado al disimulo porque su continuidad en La Moncloa depende de los votos que controla el de Waterloo. Como en la novela epistolar, nuestra realidad política se divide en quienes lideran el juego y sus víctimas, entre las que destaca la cándida y casta Madame de Tourvel (ERC), seducida y engañada por el maquiavelismo y doblez de Valmont-Puigdemont. No pretendo un spoiler al advertir que esta historia acabará igual que la de Choderlos de Lacros. En duelo.

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