Ángel González Abad - LOS MARTES, TOROS

Adiós a un ilustrado taurino

El pasado sábado falleció en Barcelona Manuel Cisneros, un aragonés muy vinculado a la Ciudad Condal, pues desde aquí movió los hilos del toreo a finales de los setenta y ochenta

El pasado sábado falleció en Barcelona un aragonés muy vinculado a la Ciudad Condal, pues desde aquí movió los hilos del toreo a finales de los setenta y ochenta. Manuel Cisneros fue el hombre en que Pedro Balañá descargó por primera vez su responsabilidad taurina como heredero de una de las organizaciones empresariales más importantes de la historia del toreo. En febrero de 1978, cuando había pasado poco más de una década de la muerte de Balañá padre, Don Pedro, su hijo, el ahora nonagenario empresario, nombró gerente con plenos poderes a Cisneros. Y esos poderes significaban la organización de más de cien corridas por temporada. Las plazas de Barcelona, Palma de Mallorca, Jerez, Linares, El Puerto de Santa María, Huesca, Guadalajara, y otras muchas, incluida la colaboración con la empresa Pagés en la gestión de la Maestranza sevillana.

Se convirtió en uno de los hombres más importantes del toreo y ejerció con acierto la misión encomendada. La versión oficial fue que Balañá necesitaba más tiempo para dedicarse a sus otros negocios, aunque sin duda influyeron las presiones y amenazas que recibió en Sevilla el empresario catalán por parte de varios toreros locales que querían verse anunciados en el ruedo sevillano.

Cisneros quiso ser torero y hasta ilusionó a sus paisanos en los años cincuenta del pasado siglo en las novilladas sin picadores que se celebraban en Zaragoza. Y en aquellos escarceos, que le llevaron a debutar con picadores en la madrileña plaza de Vista Alegre, la búsqueda siempre del toreo más artístico. Sus finas maneras encandilaron a los aficionados, y aunque su aventura en los ruedos acabó pronto, el arte y la cultura fueron sus señas de identidad. Pintura, literatura, poesía, música, arquitectura; un ilustrado con alma de torero artista.

Tras colgar el traje de luces siguió como apoderado y empresario. Ahí fue en donde alcanzó altas cotas. Dirigió la carrera del aragonés Raúl Aranda, también de Juan Ramos, de El Viti, de Luis Francisco Esplá y de Curro Romero. A todos trató más como consejero y amigo que con una simple relación mercantil.

El poder Cisneros en la Fiesta fue durante años casi total, y ni entonces ni después, en su retiro zaragozano, abandonó su universo de artista.

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