Sonia Sierra - Tribuna Abierta

El acoso no es un juego de niños

Existen protocolos de actuación para estos casos pero, en la mayoría de las ocasiones, su efectividad es nula, entre otras cosa porque, generalmente, el profesorado no los conoce

Una de las grandes lacras que siguen todavía presente en nuestros centros escolares es el acoso escolar. El también llamado bullying es el responsable de truncar muchas infancias y adolescencias, a veces de forma extrema, llegando incluso al suicidio. Es en estas ocasiones cuando salta la alarma social pero mientras, el día a día de muchos menores se convierte en una auténtica tortura.

El acoso escolar ha existido siempre, y la figura del “matón” de la clase es casi un arquetipo pero ahora, ese acoso se puede realizar sin descanso 24 horas al día de lunes a domingo con la irrupción de las nuevas tecnologías.

Mediante las redes sociales o bien a través de servicios de mensajería, se pueden difundir de forma instantánea y masiva fotos, vídeos y todo tipo de difamaciones o bien se puede extorsionar a los menores con hacer público material sensible. Es lo que se conoce como ciberacoso.

Las secuelas que padecen las personas que han sufrido acoso escolar dejan huella y abarcan una amplia gama como insomnio, depresión y tendencia a la autolesión y el suicidio. Es difícil conocer la cifra exacta del acoso escolar porque muchas veces permanece oculto, pero varios estudios lo sitúan cerca del 25%, es decir, un cuarto de la población escolar. No debemos permitir algo así, no podemos permanecer impasible ante esto.

Existen protocolos de actuación para estos casos pero, en la mayoría de las ocasiones, su efectividad es nula, entre otras cosa porque, generalmente, el profesorado no los conoce. Tenemos un profesorado con poca formación al respecto por lo que resulta urgente que esto cambie si pretendemos que los centros escolares sean lugares seguros para nuestros estudiantes.

Corresponde a nuestros poderes públicos velar por el buen funcionamiento de los mecanismos de prevención y detección de las situaciones de acoso; los profesores deben de tener indicadores claros para saber detectar cuando hay acoso y los alumnos deben saber que no pueden permanecer impasibles cuando acosan a otros. Y todos tenemos que tener claro que el acoso no es un juego de niños.

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