Joan Carles Valero - Letras expectativas
Yo, bot
En el desafío catalán se ha podido comprobar que la esfera pública está dominada por las redes
La pereza parece condenarnos a que no nos importe ni la verdad ni los argumentos. Nos basta con sentir. A todos nos gusta opinar y últimamente lo hacemos constantemente a través de las redes sociales, lugares donde se crea poder porque influyen en la opinión pública. El populismo encuentra en las redes su principal caldo de cultivo y de propagación al jugar con simplificaciones que muestran preferencias expresivas más que deliberativas.
Máriam Martínez-Bascuñán, autora junto a Fernando Vallespín, de «Populismos» (Alianza Editorial), sostuvo en la XV Jornada de Periodismo titulada «Censura, autocensura y la mentira de la posverdad», organizada por la Asociación de Periodistas Europeos con el patrocinio de Coca-Cola, que la simplificación, convertida en acción política, se reproduce fácilmente en las redes merced a esa ilusión del presentismo, de la participación ciudadana en la esfera pública.
En el desafío catalán se ha podido comprobar que la esfera pública está dominada por las redes, donde la razón ha perdido su sitio en favor de emociones y sentimientos. Pero en la labor de difusión no intervienen solo los humanos. Los bots están programados para no cambiar de opinión, de ahí la radicalización de las redes. Se ha demostrado que ayudaron al Brexit y a Trump.
El 50% del tráfico existente en las redes sociales está generado por bots, término que procede de la palabra robot. Son programas informáticos diseñados para influir en la gente, modificar su estado de opinión, reproduciendo de forma sistemática y muy rápida pequeñas labores tediosas para cualquier humano, por ejemplo, retuiteando automáticamente contenidos para generar ruido en torno a una noticia o una declaración. La actividad de los bots, que son difíciles de identificar, provoca enfado en las personas reales. Un buen antídoto es huir de las conversaciones excesivamente radicalizadas. El objetivo de los bots no es otro que la noticia que mueven suba en los rankings de audiencia y se genere un fenómeno de bola de nieve para que acabe llegando a más gente real.
Se ha comprobado que hubo ataques masivos de bots en torno al 1 de octubre, cuando el 55% de los perfiles y del tráfico en las redes sociales procedían de granjas informáticas rusas con identidades falsas. Los bots se utilizan como herramienta comercial o asistentes personales. El problema empieza cuando esta tecnología se utiliza para manipularnos como ocurre en todas las campañas electorales del mundo democrático. Solo falta que los bots voten.