Miquel Porta Perales - El Oasis Catalán

RUI

la propuesta de la Asamblea Nacional Catalana no es propiamente un referéndum, sino un metareferéndum en el que los asociados refrendarán si quieren un referéndum

En el nacionalismo catalán conviven diversos tipos de independentistas. Entre otros: de toda la vida, sobrevenidos, comprometidos, adheridos, oportunistas, transeúntes, circunstanciales o coyunturales. Y, por supuesto –categoría o clase en la que se encuentran independentistas de toda la vida y sobrevenidos-, los inasequibles al desaliento. O, en palabras de Fernando Lázaro Carreter, los “inaccesibles” al desaliento. Aquellos a los cuales nunca les decae el ánimo y no desfallecen en el esfuerzo. Pues bien, ante el colapso del “proceso”, los inasequibles o inaccesibles, en lugar de replegarse o rectificar, lanzan un órdago: el Referéndum Unilateral de Independencia (RUI). Un referéndum por la brava -versión hard de la consulta del 9-N, el de las cajas de cartón de infausta memoria- que emplaza a los políticos para que no bajen el listón y “aprieten”. Y que emplaza a los ciudadanos para que desobedezcan y recuperen -¿en detrimento de los políticos?- la iniciativa del “proceso”. En definitiva, otra aventura que muestra la capacidad de innovación de un nacionalismo catalán que gira obsesivamente sobre sí mismo. En cualquier caso, conviene señalar que la propuesta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) no es propiamente un referéndum, sino un metareferéndum en el que los asociados refrendarán si quieren un referéndum.

La propuesta no ha sido bien recibida por los partidos nacionalistas que perciben que la ANC quiere condicionarlos poniendo en peligro su liderazgo. Unos partidos que saben que un nuevo referéndum a la brava y a la búlgara implicaría otro fracaso. Porque sería suspendido por el Tribunal Constitucional, porque no hay ley electoral propia ni censo, porque no hay garantías democráticas y el “no” se ausentaría, porque la comunidad internacional no haría ni caso. Otra ocurrencia que conduce a la nada. El RUI puede ser la puntilla a un “proceso” que amenaza derrumbe. Por eso, el oficialismo independentista, aferrado a un poder que no quiere perder , ya ha votado “no”.

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