Un timador de Tinder se pasa a la estafa inmobiliaria
BARCELONA
La Policía Nacional detiene a un hombre de 28 años, tras una veintena de denuncias. Como 'mulas' para cobrar el dinero y no dejar rastro, utilizó a un hombre y a una mujer con los que entabló una relación sentimental
No era una enfermedad terminal, era una estafa

Una veintena de denuncias por estafa. Víctimas de toda España que pagaron una fianza por pisos de alquiler que, bien no existían, o cuyos propietarios no tenían ni idea de que sus casas se ofertaban en portales como 'Mil anuncios' o 'Badi'. Tras el timo, un individuo latinoamericano, de 28 años, afincado a Barcelona que, en ocasiones, usaba como 'mulas' a personas con la que había establecido una relación sentimental. Llegar hasta él no ha sido tarea fácil. «Era como un fantasma», explica a este diario uno de los investigadores. Todo comenzó con una alerta rutinaria. La Policía Nacional recibió la queja de un afectado en Madrid y ubicó al sospechoso en la capital catalana. En teoría, solo se trataba de identificarlo. Pero las pesquisas llevaron a los agentes de la unidad de Ciberdelincuencia a descubrir que utilizaba distintas cuentas en las plataformas, con sendos teléfonos asociados.
Tras los preceptivos oficios a los portales web, los investigadores comenzaron a rastrear la actividad del sospechoso. Los teléfonos estaban asociados a tarjetas prepago cuyos titulares eran variados y no guardaban relación con los fraudes investigados. Las víctimas habían realizado los pagos por transferencia o Bizum -sistema de pagos instantáneos a través de internet-, con lo que se abrió otra ventana para llegar hasta el timador.
La Policía llegó así hasta tres sospechosos, que habían abierto las cuentas bancarias bien de forma telemática -enviando el DNI junto a una fotografía- o de forma presencial. Ninguno tenía antecedentes. Los agentes pensaron entonces que se trataban del cabecilla de la organización y dos mulas -los que reciben el dinero ilícito-, pero no era así. Cuando se plantaron en casa del supuesto líder no lo localizaron. Explicaron a uno de sus familiares el motivo por el que lo buscaban y, unos días más tarde, el hombre, de 30 años, se presentó en comisaría y confesó.
Les explicó que había conocido al estafador en una casa de apuestas, que frecuentaba en la capital catalana. A cambio de una pequeña comisión -por ejemplo, unos 50 euros si la estafa ascendía a 500-, recibía el dinero en su cuenta bancaria, y lo sacaba en efectivo para entregárselo al individuo que se encontraba tras el engaño. Otra de las cuentas llevó a los policías hasta un segundo individuo. A éste, el timador lo había conocido en un gimnasio y fue así como comenzaron una relación sentimental.
El rastro del dinero llevó a la Policía hasta tres sospechosos que recibían los ingresos en sus cuentas. Éstos eran los encargados de dárselo en efectivo al timador
También lo utilizó para acceder al dinero que las víctimas habían abonado para alquilar un piso en Barcelona. Algunos eran inmigrantes en situación irregular, por lo que rechazaron interponer una denuncia. Otros, estudiantes que tenían pensado desplazarse a la ciudad por un tiempo. En algunos casos, ante la falta de respuesta del supuesto arrendador, los afectados se desplazaron hasta los inmuebles y allí descubrieron el engaño, al encontrarse con los legítimos propietarios de los pisos. Otras, simplemente, las direcciones que constaban en los anuncios eran falsas.
El hombre, al sentirse también engañado por quién había mantenido una relación con él, facilitó a los agentes una imagen del sospechoso, pero todavía quedaba localizarlo. No tenía domicilio conocido, ya que vivía en habitaciones de alquiler -y se iba moviendo-, y las apuestas deportivas las abonaba y cobraba siempre en efectivo. Los investigadores volvieron a rastrear el listado asociado a los falsos anuncios de alquiler y fue así como llegaron hasta una cuarta persona: una chica, también de Barcelona.
Un préstamos de 4.000 euros
La joven, universitaria, había recibido algunas de las transferencias y había entregado el dinero en mano al estafador. Resultó que se habían conocido en una plataforma de citas y habían comenzado una relación sentimental. Él le dijo que necesitaba dinero para mandárselo a su familia y ella lo creyó. Tal fue así que llegó a entregarle 4.000 euros como préstamo, aunque nunca se los devolvió.
Llegó a acompañarlo a un locutorio para enviar parte del dinero, y pensó que allí le habían duplicado la tarjeta, porque detectó varios cargos no autorizados. Cuando los agentes los rastrearon, comprobaron que se había empleado para pagar un taxi, copas y comida y también en un local de apuestas. El mismo local de apuestas donde uno de los chicos había conocido al estafador. Cerraban así el círculo: era el mismo individuo, al que la joven reconoció en la foto que le mostraron los agentes, ya que daba nombres falsos a sus víctimas. En éste caso, ella no sabía que había sido participe de una estafa, sino que creyó estar ayudando al individuo del que se había enamorado.
Comenzó así el seguimiento de los agentes para localizar y detener al timador. Vigilancias en los locales que frecuentaba, hasta que ubicaron su domicilio pero, uno de esos días, los detectó. Los investigadores piensan que alguien -por ejemplo, de alguna de las casas de apuestas- pudo ponerlo en alerta. Fue así como dieron el aviso al resto de cuerpos policiales de la ciudad, y los Mossos d'Esquadra lo detuvieron finalmente en el barrio de la Barceloneta.
Tras pasar a disposición judicial, el individuo ha quedado en libertad con cargos. Los investigadores han podido demostrar la estafa a una veintena de afectados, por valor de 22.000 euros, pero sospechan que podrían haber muchas más víctimas.