El oasis catalán
Tel Aviv
Ada Colau hace bien en mirar a Israel. Pero, debería olvidarse del tercermundismo timorato y observar, por ejemplo, Tel Aviv

Malos tiempos para Ada Colau. La semana pasada, Financial Times publica un reportaje de Barney Jopson, titulado How Barcelona lost its way, que retrata la política sin rumbo –también, la ciudad sin rumbo- de una Barcelona sumergida en el malestar. Por un lado, la Barcelona ... introvertida, sucia, colapsada e insegura. Por otro lado, la Barcelona «del no» que paulatinamente va perdiendo el empuje –bancos, empresas, inversores, hoteles, aeropuerto, museos- económico. Los responsables del entuerto: el nacionalismo catalán con su «proceso» y el Ayuntamiento de la ciudad con su gestión. En definitiva, la decadencia. Y en eso que Ada Colau –a tres meses vista de las elecciones municipales- rompe las «relaciones institucionales de la Alcaldía de Barcelona con Israel y el resto de sus instituciones oficiales». La razón: «la violencia que sufre el pueblo palestino en un proceso de persecución que dura ya más de setenta años» y la «vulneración sistemática de los derechos básicos de la población palestina». Ni la ONU –que no rompería las relaciones; hay que ser diplomático y educado- lo haría peor. Una ONU que, a diferencia de la Alcaldía de Barcelona, tiene la costumbre de denunciar toda violencia –incluso la de Hamas- y toda vulneración –pongamos por caso Cuba, Irán o Nicaragua- de derechos. Cierto, la ONU ni se presenta a las elecciones municipales ni ha de satisfacer -¡votos!- al tercermundismo sesentayochista que aún subsiste en la Barcelona más «progre» y anticuada.
En cualquier caso, Ada Colau hace bien en mirar a Israel. Pero, debería olvidarse del tercermundismo timorato y observar, por ejemplo, Tel Aviv. Al respecto –en plena redacción del programa electoral de las municipales-, se aconseja a la Alcaldesa la lectura de un reciente informe de Startup Genome (Ecosystem rank and metrics for Tel Aviv, 2022) en donde se aprecia la razón por la cual la ciudad está –después de Silicon Valley- en el top ten de las ciudades más innovadoras. Con un Google Campus incluido. Resumo: más empresas, más investigación e innovación, más educación, más apoyo al mundo empresarial, más facilidades a los inversores y a los fondos de capital riesgo, más subvenciones e incentivos fiscales, tasas impositivas reducidas, más multinacionales y menos superislas y tranvías. ¿El grado omega del capitalismo depredador y biocida? Alcaldesa, no se equivoque: según el informe citado y el Foro de Tecnología Limpia de San Francisco (2022), Tel Aviv «supera las expectativas y lidera el mundo en innovación de tecnología limpia». Una ciudad limpia. Alcaldesa, ¿acaso no es eso lo que quiere? Del capitalismo y de Israel se pueden aprender muchas cosas.
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