Jordi Castellví: «Los campesinos son nuestro mejor aliado»

—¿Qué está pasando?

—Estamos ante un periodo de sequía. En el contexto mediterráneo es algo frecuente, pero oscila con el tiempo. Lo que no es normal es el aumento acumulado de temperaturas. Llevamos dos años por encima de la media, eso implica que los bosques tienen que gastar más energía para sobrevivir y están aún más estresados, tanto térmica como hídricamente.

—Menos agua y…

—El clima ha cambiado mucho respecto al que teníamos a principios de siglo, eso hace que los bosques no estén adaptados a las condiciones actuales. Además, ha aumentado la masa forestal del 30 a casi el 70 por ciento, lo que hace que haya muchas más competencia para repartirse el agua.

—¿La causa?

—El abandono rural. Si dejamos de cultivar un campo, se convierte en bosque. Con temperaturas por encima de la media, menos precipitaciones y más bosques, eso al final es un cóctel. Se acumula mucha energía disponible y, si un día quema, genera incendios muy grandes. Hasta ahora, los que veíamos funcionaban a nivel de superficie, es decir, interaccionaban con el viento pero, con tanta energía acumulada, son capaces de interaccionar con la atmósfera, lo que llamamos incendios de sexta generación.

—¿Más virulentos?

—Generan su propia dinámica y las condiciones son muy extremas. Comenzaron en 2016 en Canadá –el incendio de Fort McMurray–, después lo vimos en Chile en 2017, en Australia, en Portugal…en California.

—¿Por qué?

—El clima también ha cambiado en estos países, los bosques no están adaptados a las condiciones actuales y tienen mucha carga de combustible y eso favorece grandes incendios extremos. Históricamente, en marzo ya habíamos tenido incendios, pero no tan grandes. Si no hay viento, pueden alcanzar centenares de hectáreas pero, si lo añadimos, pueden saltar alrededor de las 1.000.

—¿Y la despoblación?

—Si no se potencia el sector primario habrá una continuidad muy grande de masa forestal. El día que queme en condiciones extremas, los bomberos no podremos hacer nada.

—Prevención.

—Aunque es inviable hacer una gestión integral de todos los bosques, sí podemos actuar en ciertos puntos estratégicos, por donde tiene que pasar el fuego. Es donde a menudo tenemos un campo y lo que se tiene que hacer es recuperarlo, que se vuelva a cultivar.

—Pero es inabarcable.

—Hay que centrarse en aquel punto que nos da una oportunidad ante un incendio, y es en lo que se está trabajando ahora, aunque no va a la velocidad que debería, por el volumen tan grande de hectáreas a gestionar.

—La voracidad del fuego a veces implica no poder intervenir.

—Lo que hemos aprendido, viajando por el todo el mundo, es a priorizar el que tiene más potencial de afectar a personas, bienes o masa forestal. El objetivo número uno es no colapsar como sistema de extinción. Que yo pueda estar apagando un incendio forestal, pero que a la vez pueda dar respuesta a un accidente de tráfico o a un fuego de vivienda.

—¿Cómo se mide el potencial de un incendio?

—En un macizo forestal estudiamos las condiciones meteorológicas y cuáles son las situaciones que nos llevan a tener grandes incendios. Por ejemplo, en las montañas de Prades (Tarragona), con viento de Mestral, de 80-90 km/h, yo sé exactamente cómo funciona ese incendio. Estudio ese patrón y el día que tengo esas condiciones ya sé las tácticas asociadas: tengo que ir a buscar dónde lo puedo perder y sé dónde tengo una oportunidad de extinción.

—Conocer el terreno.

—Conocimiento técnico e histórico de los incendios que hemos tenido. El análisis que determina situaciones meteorológicas, patrones de incendios. Estudiando todo eso, puedo determinar dónde pararlo y marcar unos límites sobre su potencial.

—¿Y el margen de error?

—A diario generamos un documento operativo, donde asociamos el nivel de riesgo de incendio, del 1 al 6, en función de la situación meteorológica, humedad, viento, estado de los combustibles, y eso es cien por cien fiable, lo que no sabemos es dónde tendremos la ignición.

—¿Y este verano?

—Si no llueve en primavera, será extremadamente crítico, pero aún es muy pronto para decir que será malo. Hay que hacer seguimiento día a día. Ahora tenemos condiciones de gran incendio y, si no llueve, la campaña empezará muy rápido. Ya no es temporal, como antes, de junio a septiembre, sino desestacionalizada. Llevamos dos años, desde el temporal Gloria, que no ha llovido suficiente como para que estos combustibles, que antes estaban secos se hidratasen y que pusiésemos el contador a cero. Y es donde estamos actualmente.

—¿La clave es la agricultura?

—Nuestros campesinos son nuestro mejor aliado. Si les damos la espalda y vemos el bosque como un simple decorado, el día que se queme, nosotros, como bomberos, no tendremos muchas oportunidades para intentar evitar que el incendio sea grande.