Los últimos 'deseos' de Fernando Sánchez Dragó
El escritor dejó escrita su intervención en los Premios Castilla y León antes de fallecer, donde además de repasar su trayectoria vital y literaria, señalaba alguna de sus 'voluntades', como que su padre fuera enterrado junto a él en el cementerio de Castilfrío
Este viernes ha leído emocionada su «último texto literario» su hija Ayanta Barilli durante la entrega de los galardones, ocho páginas «preciosas» cargadas de emociones
Premios Castilla y León: «Los mejores de los nuestros»
«Soria, Castilla, León, Castilfrío, España», conmigo vais, mi corazón os lleva». Con estas palabras sellaba Fernando Sánchez Dragó el discurso que esperaba pronunciar este viernes, 20 de abril, en nombre de las personalidades y entidades reconocidas en los Premios Castilla y León. Lo hacía en Viernes Santo, hace justo dos semanas, tres días antes de que le alcanzara inesperadamente la muerte, víctima de un infarto.
Son también las últimas palabras que, ya al borde de las lágrimas, ha pronunciado su hija Ayanta Barilli, que ha recogido el galardón entregado de manera póstuma a su padre, y con las que ha conseguido levantar a un emocionado auditorio, que ha concedido un prolongado aplauso al «último texto literario» del madrileño, al que el municipio soriano de Castilfrío de la Sierra atrapó y encandiló hace muchos años.
Aunque escrito la mayoría en clave muy personal y con alusiones a su trayectoria vital y literaria, el autor de 'Gárgoris y Habidis' también dejó en esas ocho páginas «preciosas» cargadas de emoción palabras para sus compañeros, uno de los «débitos» de este tipo de encomiendas. Uno a uno repasaba brevemente sus trayectorias y celebraba la «atinada iniciativa» del Gobierno de Castilla y León de dedicar un galardón a la tauromaquia, en la que destacan «muchas de las buenas y llanas gentes del común nacidas en Castilla y León». Lo hacía párrafos después de reivindicar la cultura como «espacio de encuentro, de ecuanimidad, de serenidad y de concordia», a diferencia «del generalizado sectarismo partidista imperante en la política».
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En este marco pedía «a todo el mundo» 'tranquilidad', porque aunque reconocía tener «ideas más o menos heterodoxas», se reivindicaba como 'carente' de ideologías «por considerar que éstas, cualesquiera que sean, vienen a ser algo así como la taxidermia de aquéllas, su petrificación y su necrosis». «Cuando me he metido en política siempre lo he hecho en posturas críticas hacia quienes estaban en el poder y favorables hacia algunos, no todos, que no lo estaban».
Como si hubiese sido escrito en clave premonitoria -a lo mejor porque intuía que le llegaría pronto su final o porque era consciente de la «vejez» y de sus «flaquezas» («Lloronas somos las gentes de mi edad»)-, en él hacía reiteradas referencias a la muerte: «Si se descuidan un poco, me lo dan a título póstumo, y al alimón con Rascayú», dejaba recogido, recordando que en 1998 estuvieron «a punto» de darle este mismo Premio de las Letras, «y por una zancadilla política no cuajó».
Por ello, quizá, también lanzaba en este último texto suyo algunos de sus más fervientes deseos, entre ellos «recuperar los restos mortales» de su padre, víctima de la guerra civil, y que sus «esqueletos» se abrazaran en el cementerio de Castilfrío. «El cadáver», señaló, «hasta ahora no ha sido identificado, si bien está «probablemente» localizado, ya que «se le dio tierra anónima en algún lugar cercano a Burgos». Describió, en este sentido, los desvelos que durante lustros le acompañaron para intentar localizar sus restos, y afeó a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica haberle dado la espalda en su empeño al considerarle «una persona incómoda». «¿Memoria histórica? ¿Cerrar heridas? ¿Hacer justicia?», se preguntaba el Premio Castilla y León de las Letras, tras recalcar que, para él, «sería algo más que un premio literario, por importante que este sea, recuperar los restos mortales de aquel periodista y escritor».
También dejaba sugerido en el discurso que los más de cien mil volúmenes de su «inmensa» biblioteca, «que acaso sea, entre las privadas la mayor del mundo», sean custodiados en su hogar segoviano, a modo de Casa Museo. Guante que, por cierto, recogía el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. Sugería, además, que el galardón de las Letras recaiga en el futuro en Irene Vallejo, la autora de 'El infinito en un junco', zaragozana de nacimiento pero «soriana, pues en Soria vivió».
«Yo, a fuer de español, soy castellano y bastante leonés», se reivindicaba Sánchez Dragó en la voz de su hija, porque «aunque nacido en Madrid, renací el 1 de agosto de 1945 en Soria». Y para aquellos que dudaban de sus méritos, y de la justificación del galardón, «cincuenta y tres libros más algunos en el taller, diez mil piezas de periodismo de varia lección, sesenta años de programas semanales de televisión...» son algunos de sus «avales» que ha recordado.
La ceremonia ha comenzado con música. Primero, con la interpretación del folclorista zamorano Luis Pedraza, mientras que los galardonados han descendido por las escaleras del auditorio acompañados de representantes de las casas regionales ataviados con trajes típicos. Luego ha sido el turno del músico abulense Jorge Marazu, compositor de vocalistas y grupos como Sergio Dalma, Izal o Pasión Vega.
«Tradición y modernidad»
La gala ha sido conducida por la periodista salmantina Esther Vaquero, que además de resaltar los valores de la Comunidad, tierra de «tradición y modernidad», ha subrayado que Castilla y León «también tiene futuro».
La música ha dado paso a la entrega de premios, para lo que ha subido al escenario el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco. La entrega ha comenzado con la doctora María Victoria Mateos, Premio Castilla y León de Investigación Científica, Técnica e Innovación como protagonista. A la investigadora le ha sucedido el artista segoviano multidisciplinar Luis Moro (Artes). El siguiente reconocimiento ha sido el entregado de manera póstuma a Fernando Sánchez Dragó, recogido por su hija, a la que ha sucedido Antonio Piedra, director de la Fundación Jorge Guillén (Ciencias Sociales y Humanidades).
Tras recibir también un generoso aplauso, les han seguido la gimnasta Carolina Rodríguez Ballesteros (Deporte); Rebekah Scott, en nombre de laFederación Camino Francés (Valores Humanos y Sociales), y el último, Pedro Gutiérrez Moya, 'El Niño de la Capea' (Tauromaquia).
Con Nadia Álvarez, cantante y compositora leonesa, la ceremonia ha enfilado la recta final, tras hacerse la foto de familia, antes de que Fernández Mañueco y Ayana Barilli hayan pronunciado sus respectivos discursos, en este último caso, esas ocho «preciosas» páginas que Dragó, un hombre «echaba fuego por la cabeza, por la boca y con el corazón» y entre cuyos 'dones' no estaba la «brevedad», dejó escritas para los ochocientos asistentes que se han congregado en la gala.