Un nuevo plan velará por los nidos en cultivos de cereal ante cosechas tempranas
Cae a la mitad desde 2002 la población de aguilucho cenizo en Castilla y León
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Son rapaces migradoras que pasan el invierno en los grandes pastizales y sabanas del África subsahariana y viajan a Europa para criar durante la primavera y el verano. En Castilla y León están presentes entre abril y septiembre en las grandes extensiones de cultivos herbáceos de secano de los páramos y campiñas de la Meseta, así como algunas zonas de pastizales y brezales de las montañas, unos enclaves en los que en estos últimos años secos y con temperaturas primaverales elevadas han visto comprometida su reproducción por el adelantamiento de las labores de siega y cosecha que llegan antes de que sus pollos abandonen el nido. En este escenario, la población de aguilucho cenizo ha caído un 57 por ciento entre 2002 y 2021 en la Comunidad, donde en las próximas tres campañas se realizará un proyecto de conservación para revertir el declive de una especie catalogada como «vulnerable».
Así, la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio ha puesto en marcha la primera campaña del proyecto financiado con fondos europeos Next Generation que se extenderá también a otras aves esteparias y se centrará principalmente en Palencia, Valladolid y Zamora con el ánimo de reducir la mortalidad de los pollos mientras sigan en los nidos que de forma muy frecuente se instalan en los cultivos de cereal tras un periodo de reproducción entre primeros de mayo y mediados de julio. Se trata de un periodo que hace unas décadas no encontraba en estos enclaves grandes contratiempos. Sin embargo, el aprovechamiento mediante siega en verde se topa con hembras incubando o huevo sin eclosionar; y en los que no se da esta técnica, otros factores como el uso de variedades de maduración más temprana, los efectos del cambio climático y la rapidez actual en las labores han llevado a que la cosecha de esos campos se adelante y amenace al nido antes de que los pollos vuelen.
Por ello, las actuaciones del plan de conservación apuntan, en primer lugar, a un seguimiento de las parejas reproductoras y de localización de los nidos para establecer si fuera necesario acciones de protección de los mismos como acuerdos voluntarios de custodia con los agricultores, el retraso de la cosecha o el establecimiento de rodales sin segar y de cercones contra depredadores terrestres. A cambio, estas especies, apuntan desde Medio Ambiente, ayudan a controlar las poblaciones de topillos, ratones, langostas, pequeños reptiles y aves granívoras, al constituir éstas sus presas habituales.
Si con ello no fuera suficiente y estas actuaciones no garantizaran su viabilidad, los huevos o pollos que así lo requieran serán trasladados a los CRAS (Centros de Recuperación de Animales Silvestres de Castilla y León) hasta su completo desarrollo, momento en el cual serán liberados en la zona donde fueron retirados, ha explicado la Junta en un comunicado.