El lobo vuelve a la sierra de la Culebra
Las manadas asentadas han vuelto tras los incendios para alimentarse de animales muertos o debilitados y la falta de maleza donde esconderse

Han pasado más de 50 días del primer gran incendio de la Sierra de la Culebra y una veintena del segundo. Entre ambos devastaron más de 56.000 hectáreas de ese territorio incluido en la reserva de la biosfera Meseta Ibérica y otras zonas ... limítrofes de las comarcas zamoranas de tierra de Alba, Tábara, La Carballeda y los valles del Tera y de Valverde. Aunque las consecuencias han sido trágicas y el primero de los incendios sobrepasó el medio centenar de días sin declararse extinguido y el segundo se ha considerado aún activo esta semana, os lobos, la especie emblemática en la zona, no han tardado tanto en regresar.
Las cuatro manadas asentadas en el epicentro de estos incendios, que perdieron algunos cachorros en los incendios, ya han vuelto al lugar del que huyeron de las llamas y también lo han hecho las especies que son sus presas naturales, de las que han aprovechado la debilidad que les ha conferido el fuego. Corzos o ciervos no solo no tienen ya maleza y bosque entre los que esconderse, sino que además algunos ejemplares han sufrido daños y quemaduras en el incendio que los han convertido en un alimento fácil para el canis lupus.
De hecho, los lobos de la zona «en estos tiempos están bastante bien alimentados», asegura Jesús Palacios, director del Centro del Lobo Ibérico de Castilla y León 'Félix Rodríguez de la Fuente', ubicado en Robledo, en uno de los extremos de la Sierra de la Culebra que se salvó del fuego. Palacios explica que «algunos corzos y ciervos que pudieron escapar del incendio y se quedaron en la zona presentan afecciones en las extremidades inferiores que les están dificultado la huida de los grandes depredadores como los lobos«.
'Policía sanitaria'
A ello se suma el aprovechamiento de los ejemplares de fauna que no pudieron huir de las llamas y acabaron calcinados. De ellos se alimenta no solo el lobo sino otros depredadores terrestres como el zorro y aéreos como buitres negros y leonados, águilas reales y alguna imperial. Pero son los lobos los que mejor están haciendo tras los incendios «una gran labor de policía sanitaria, han acabado con parte de los cadáveres que había en el campo y están eliminando aquellos ejemplares que tendrían pocas posibilidades de sobrevivir, porque tienen las patas afectadas, con gusanos, infecciones y fiebre«.
Sin que el incendio haya llegado a beneficiarles, al menos los lobos sí que van a tener «una comida más fácil durante una temporada», detalla el responsable del Centro del Lobo. Precisamente, en las instalaciones que dirige, ubicadas en uno de los extremos de la Sierra de la Culebra que se ha salvado del fuego, explican de forma didáctica esa función del lobo imprescindible en el ecosistema y muestran su comportamiento grupal a través de dos manadas con catorce ejemplares criados en grandes cercados de monte.
La reserva de caza zamorana de la Sierra de la Culebra, de la que según los cálculos de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León se ha calcinado el 40% de su territorio, trata de recuperar su antigua fisonomía tras los fuegos. Aunque el paisaje tardará décadas en volver a ser lo que fue, ya han comenzado de forma tímida los rebrotes en algunas áreas quemadas. El ecosistema trata de recomponerse poco a poco, también con la ayuda de la mano del hombre, que en este caso no fue el causante de esos dos grandes incendios, debidos ambos a rayos de tormentas. Mucha de la fauna que pudo huir del fuego ha regresado y para alimentar a los herbívoros los celadores de la reserva están distribuyendo paja donada a través de iniciativas solidarias.
Animales desorientados
Especies como jabalíes, ciervos y corzos pasan por su momento más crítico y a algunos ejemplares ya se les ha visto vagar desorientados entre la ceniza en busca de algún brote verde. Tímidamente han empezado a crecer helechos y algún rebrote de arbustiva y arbolado, pero no será hasta las lluvias del otoño y a partir de la primavera cuando se inicie «un proceso imparable que aportará mucha comida a los herbívoros». El matorral se recupera enseguida; el arbolado no, habrá que ayudarlo mediante repoblaciones y regeneraciones, pero en el estrato herbáceo y de matorral «el comportamiento es impresionante tras el fuego», detalla Jesús de Palacios, que también es jefe en Zamora de la sección de Espacios Naturales, Flora y Fauna de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León. De esta forma, la Sierra de la Culebra de Zamora trata de sobreponerse desde el punto de vista medioambiental a un fuego que tocó de lleno a esa reserva considerada la cuna del lobo ibérico. De hecho, ese territorio y sus zonas limítrofes constituyeron uno de los últimos reductos del lobo ibérico en sus años de declive y desde ella se inició su expansión a otras zonas peninsulares.
Palacios recuerda que el lobo era en los años sesenta del siglo pasado una alimaña. Fue Félix Rodríguez de la Fuente el que consiguió que se considerara especie cinegética. Un estatus que ha vuelto a cambiar ahora a raíz de su inclusión en el listado de especies de especial protección que impide desde hace diez meses su caza recreativa al norte del Duero.
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