BUENOS DÍAS, VIETNAM
El no de las niñas
El tráfico de seres humanos, sea por dinero o sin él, siempre está mal. Hay lecciones que conviene repetirle a la derecha y a la izquierda con frecuencia, como las tablas de multiplicar

Escribía Ruano aquello de que «un hijo con dolor se pare y del pecho de la madre empieza a vivir, reclinando su cabeza sobre la tibia carne, siendo en el pecho una medallita de ternura». Entonces, cuando los tiempos eran sencillos y había cosas que ... estaban bien y otras que estaban mal. Ahora todo son derechos. Todo el mundo tiene una opinión y un ramillete de derechos que te echa a la cara sin preguntar como el humo de un cigarro. Derecho a que le reconozcan puercoespín en el registro, derecho a ser una minoría por querer salvar a los unicornios y 'suma y sigue la racha / y toma más procesión'. Y si se siente madre, aunque tenga setenta años y se llame Manolo, a ver quién tiene el valor de decirle que no.
España es el mayor productor de derechos del mundo, pero no hable usted de deberes. ¿Qué es eso, por Dios? A ver si se van a pensar que nos hemos ido sin pagar. Lo próximo que tramitará el Congreso será la ley del derecho a no tener deberes, porque una democracia que habla de derechos y de deberes en su Constitución es una burda represión.
Es la única explicación para que al PP, el otro día, le diese por decir que en España había que regular de una vez lo de los vientres de alquiler. Que a ver si vamos a perder la modernidad y en Silicon Valley nos miran mal. Que la España despoblada se resuelve a base de subrogar la gestación, que para qué adoptar a los huerfanitos del mundo, los niños sin padres de España, los niños tristes de guerras lejanas, si podemos encargar uno a la carta en Cuba y si por el PP fuese en Soria también.
El tráfico de seres humanos, sea por dinero o sin él, siempre está mal. Hay lecciones que conviene repetirle a la derecha y a la izquierda con frecuencia, como las tablas de multiplicar; para que las refresquen y no se olviden. Decirles que no es coherente escandalizarse con la trata de niñas en Ucrania, en Somalia o Sierra Leona, con el matrimonio infantil en Mozambique o la mutilación genital en Tanzania y les parezca que la modernidad consiste en vender bebés –sea altruistamente o no–.
Pero a nuestros políticos lo que les escandaliza de verdad es que las mafias tiñan caniches blancos de color marrón para sacarlos más caros, pero que las niñas sean de encargo no. Peor: comprar bebés como quien va al Carrefour.
Hay asuntos que no tienen que ver con la ideología, que únicamente hablan de la ética del ser humano, si es que nos queda algo de ética y de humanidad. En ocasiones la educación consiste en decir que no.
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