Buenos días, vietnam
Dejen a los críos en paz
El colmo de esta sociedad infantilizada, que toca estrepitosamente su cénit, es poner a niños a hacer de adultos

Niños que deberían estar en el colegio, en un parque o a la carrera detrás de un balón de fútbol. Niños grabando veranos en sus retinas, bañándose de noche en la piscina. Niños mientras se les escurre el helado. Otros que gritan. Niños que corren, ... que no se están quietos, que no se callan ni debajo del agua. «¿Y por qué, papá? ¿Y por qué, papá?».
Mis hermanos pequeños hace unos años. Chicos a los que todavía no se les ha pasado ni por la cabeza que algún día tendrán que crecer. Criaturas que juegan a ser adultos porque creen que madurar consiste en liar cigarros de papel o ponerse tatuajes de aquellos que venían en las bolsas de las patatas. Niños que dicen «capullo» muy bajo y escandalizados como que si les fuera a detener la policía.
Más niños aprendiendo a cantar a Perales: «Que canten los niños, que alcen la voz…». Rapaces que no quieren irse a la cama. «Un rato más, por favor, que es verano». Un bocata de nocilla, un sándwich, o una raja de sandía. Helado al corte, entre dos barquillos… Lo que toque porque lo importante es volver corriendo al agua, al partido, a donde sea.
Revuelo de críos calle arriba, noches jugando al escondite, ecos lejanos de veranos alegres. Los nuestros también cuando de junio a septiembre había una eternidad y no estas tres tardes largas que los separan ahora. Rodillas laceradas. Niños de cuadro de Sorolla,
El progreso consiste en eso: en haber conquistado cotas de civilización y bienestar que hace apenas dos siglos eran impensables. En que los niños puedan ser niños. Que no tengan que trabajar para llevar comida a casa o incluso para sobrevivir. Que no se vean obligados a andar cosiendo balones en algún sótano de Bangladés. Que únicamente se dediquen a pensar en las pocas responsabilidades que les corresponden más que en los encargos de adultos que quieren usarlos para sus chanchullos.
No como estos niños que ahora hablan en la ONU de cambio climático y dan discursos escritos por otros. Poco difieren de los que cosen balones. Niños como mano de obra, unos cosiendo y los otros removiendo sentimientos. «Pedofrastia» es el palabro, me lo dice Jep. La estrategia de recurrir a niños en un debate para conmover a la audiencia. Greta Thunberg y cada vez más.
El colmo de esta sociedad infantilizada, que toca estrepitosamente su cénit, es poner a niños a hacer de adultos .
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