BUENOS DÍAS, VIETNAM
Alcanzar las procesiones con las manos
Este es el mismo viernes de veintiún siglos atrás. Viernes Santo «donde la redención se hace carne en la madera» porque todo queda consumado
Mañana radiante para el Cristo de la Luz
La procesión va por dentro cada viernes del año que se mira por el balcón y parece que no llega, pero ya está aquí el Viernes Santo. Viernes de la Cruz en lo profundo de Castilla. Y lo espero con el cielo abierto y la ... Plaza Mayor convertida toda en Gólgota y Calvario. Valladolid amanece a caballo y en endecasílabos. Valladolid hecha templo: «Sabed Valladolid…», porque esta columna es también un pregón, una llamada al Viernes Santo, a Valladolid y a la gloria cuando se abran los quioscos.
La Cofradía de las Siete Palabras entendió bien que la mejor llamada es siempre un soneto -el alma reza en endecasílabos-, pero a mí se me ha pasado ya la edad de los poetas. Desde mis treinta y una historias vengo… aunque eran veinticinco cuando lo escribió Manuel Alcántara. Siempre hay una edad para todo, menos para recrearse en esta esquina de la infancia que es la Semana Santa.
Amanece Valladolid mirando al cielo. El cielo, siempre el cielo en esta tierra. Y un jinete convoca a los hombres buenos y a los niños no hace falta que nadie los de cita porque son suyos estos días de la infancia y estas calles. Revuelo de siglos esta semana que Jesús enfila todas las calles de la amargura que hay en esta ciudad y en aquella otra mientras murmura los versos de Gerardo Diego: «Qué lejos, Madre, la cuna / y tus gozos de Belén». Qué lejos la infancia. Aquella infancia de ser niño con mi abuelo, de sentarnos a escuchar el Sermón de las Siete Palabras. Pero hoy es viernes, como entonces y los cofrades son los mismos y la procesión casi idéntica y otros son abuelos ahora.
Este es el mismo viernes de veintiún siglos atrás. Viernes Santo «donde la redención se hace carne en la madera» porque todo queda consumado. Viernes de la Cruz con un Dios vivo que se muere para vivir mientras los niños que fuimos obran el milagro de que la tradición se perpetúe.
Valladolid hoy es un eco sordo vestido de tafetán y terciopelo para acolchar el drama hasta que Dios resucite. Aquí, donde se alcanzan las procesiones con las manos, donde todas las espadañas de todas las iglesias quieren ser cofrades y cruz de guía. Y a la hora de sexta será todo tinieblas a esta orilla del Pisuerga. Y después vendrá el sábado. Y más tarde el domingo y la Pascua florida de almendros reventones, de primavera y de alegría.
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